Los dos amigos, algo más contentos por el orujo. Se dirigieron al vagón, donde les esperaba la fogata y la sorpresa. En llegando, sus corazones palpitaron de zozobra y los dos jubilosos pordioseros, pudieron divisar una figura un tanto escuálida, pero esbelta; parecioles una gran dama.
Ella, lucía un precioso gabán cobrizo, su largo pelo negro, brillaba y cubría sus espaldas. Entonces, pudieron escuchar una dulce tonadilla, que parecía brotar de sus labios:
Vas buscando respuestas
vas buscando caminos.
Vas buscando y rodando
en el tren de tú destino.
Vas buscando y buscando
algo que no está escrito.
Su melodiosa voz, les cautivo como esclavos pedigüeños. Ella se volvió inquieta y el resplandor de su mirada les dejó absortos y sorprendidos. Observaron escrupulosamente a la dama: Su rostro aterciopelado, era luminoso como cual rayo de luna. Tenía las mejillas un tanto abruptas y sonrosadas. Su edad era incierta, aparentaba treinta y cinco, pero estaba en el umbral de los cincuenta. De nariz aguileña y un tanto pecosa, que le daba un aire juvenil. Y que decir de su mirada, negra y profunda como la noche.
Su semblante lampiño, quedó gravado a fuego en la memoria de Demís. Apenas intento esbozar unas palabras, cuando Goz, se dirigió a ella con paso altivo y sereno, le tomó la mano y le beso con devoción según los cánones y las costumbres.
Al rozar sus labios en su piel, descubrió Goz, el renacer de su amor y exclamó:
-- ¡Hermosa noche, bella flor!
-- ¡Ohh, sí! Gracias caballero...
-- Pero, sientese junto al fuego y descanse -objetó Demís.
-- Bueno, pero he de marchar pronto...
-- ¿Cómo tan pronto? Acaso nosotros los trotamundos, tenemos prisa para algo -puntualizó Demís-. No tenemos rumbo ni destino, simplemente vivimos. Además venimos de la despensa y vamos a preparar una suculenta cena, que ahora sera en su honor. Así pues, Vos descansad que nosotros seremos sus sirvientes.
-- Disculpe mi Señora -intervino Gozne-, no me pareció oír su nombre.
-- No, disculpen ustedes, me llamo Angie...
-- Mi nombre es Gozne, pero puede llamarme Goz -replicó con voz altiva- y éste, es mi amigo Demís, somos hermanos en cristo. Hoy además, entramos en primavera y nosotros lo celebramos, pues fue el día de nuestro encuentro y nuestra hermandad.
Con tan grata compañía, pasaron largos días y cortos meses. Divagando juntos los tres, disfrutando de esa trinidad mágica. Ambos, estaban embelesados por el encanto, de aquella mujer voraz. Estaban cautivos de su presencia. Y ahí, empezaron sus disputas y sus celos.
Cierto día, Demís, se acercó a Angie y confesó su amor con esta plática:
¡Ohhhh Angie! Eres cual "Nodriza del bello Alción", me das calor, con tu sonrisa risueña y tibia. Si esto es amor, no sé, que me daba miedo. Si esto es Amor, quiero ser tu lucero. Pero si solo es un sueño, rompería los espejos y te recordaría en mi silencio.
Rozar tus cabellos, estremecerme en tu regazo, respirar tu aliento. Probar tú miel, saborear tus besos. Todo eso sería poco, para la mujer que quiero.
¡OOh. Angie! Susurrame al oído,
que no , escuche a otra.
Susurrame al oído,
que no, mire a otra.
Y regalame un beso,
para poder soñar despierto
y decirte, decirte que te quiero.
¿Sabes Girasol?
Te amo tanto, que me duele el alma
pero es, ese dolor de nostalgia
esa chispa de felicidad.
Que fácil es decir te quiero
cuando se Ama
Pero, que difícil es decir, lo siento
dentro del remordimiento.
Pedir perdón es fruto,
de mi amor.
-- Pero, no entiendo porqué has de disculparte, querido Demís. Ni porqué tener remordimientos.
-- Si, cariño. Un fuego interior inunda mi ser, pues no es fácil amarte, cuando sé, que mi mejor amigo, también te desea y te ama como yo.
-- Lo sé, querido, pero yo soy una viajera del tiempo, no pertenezco a tu época. Pero, me siento atraída por vosotros
como la luna lo está a la tierra y al sol. Pero, no deseo haceros daño, ni separar vuestra hermandad. Sólo soy una viajera, que esta enamorada de dos hermanos, por eso, no debo quedarme.
-- ¿Quieres decir, que nos amáis a ambos?
-- Sí, Demís. Por desgracia o por ventura es así. Estoy atrapada en éste laberinto incierto. Y seré franca, no sé que camino he de escoger, pues todos nos enfrentan con la soledad y la tristeza.
Ambos exhalaron un lamento silencioso y quedaron pensativos. Demís, marchó sólo ha pasear junto al apeadero, en busca de sosegar su alma junto a la alborada. Y esperar, que el primer haz luminoso, iluminara sus dudas.
Entretanto, Gozne, se acercó a Angie y observó sus luceros pluviosos y la cobijó en su pecho.
-- ¿Quieres decir, que nos amáis a ambos?
-- Sí, Demís. Por desgracia o por ventura es así. Estoy atrapada en éste laberinto incierto. Y seré franca, no sé que camino he de escoger, pues todos nos enfrentan con la soledad y la tristeza.
Ambos exhalaron un lamento silencioso y quedaron pensativos. Demís, marchó sólo ha pasear junto al apeadero, en busca de sosegar su alma junto a la alborada. Y esperar, que el primer haz luminoso, iluminara sus dudas.
Entretanto, Gozne, se acercó a Angie y observó sus luceros pluviosos y la cobijó en su pecho.
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