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Tras cambiar de música
y poner un allegro de Mozart. Dedico este escrito a mi abuelita pepita. La abuelita de mis sueños.
La vida sigue su curso,
pienso mientras fumo.
Consumiendo estoy,
la vida de éste cigarro.
Unos segundos bastan,
para acabar con él.
Y, sin embargo,
la vida sigue su rumbo.
El niño juega en el parque
y sin pensarlo, cruza la calle.
¡Es feliz! Pues corre sin fin
y sin saberlo, va tras su destino.
El fin de éste día,
alba que ha de morir.
Llega pues la noche
Llega pues la noche
y el niño ¡Anda, no más!
Cualquier Día es bueno,
si tienes que morir.
Pues nunca éstas lejos,
de una muerte eterna.
La noche es turbia,
la niebla es así.
La niebla se funde,
La niebla se funde,
se diluye y es su fin.
Renace el sol, el día ésta aquí.
Renace el sol, el día ésta aquí.
El niño ya es hombre,
maduro por fin.
Llego el gran Día,
el amanecer de ti.
Un día corriste,
galopaste hacia el fin.
Pero ese Día, ¡Murió por ti!
Nacía la noche, te iluminaba a ti.
Andabas muy bien,
cojeas ¡Ya ves!
El tiempo pasa junto a vos,
no tienes tiempo, ni momentos qué vivir.
Ayer jugabas. Eras ¡Feliz...!
El tiempo pasó y el niño murió.
El hombre nació, el hombre y el sol.
Parecen dos ríos, Dos ríos, sin Fin.
El Sol, volverá. El hombre ¡Jamás!
El Astro Rey dejará.
La noche y demás.
El hombre ¡Quizás!
Un viejo ¡Qué más da!
La noche Serena, aplaude al compas,
Y el viejo se queja
del ruido del mar,
las Olas le dicen, ven y dormiras.
El viejo, murió
¿El alma? Tal vez.
Quizás, algún día. Volviera a nacer.
Más, no queda tiempo. El Amanecer ésta aquí.
El niño, juega en el parque
y sin pensarlo, cruza la calle.
¡Es feliz! Pues a de morir.
Mane-li-to
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