SHELMA T´astimu

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T´ASTIMU FILLA

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viernes, 9 de diciembre de 2011

Viaje al fondo de tú alma: La última navidad 1ª parte



       El personaje de mi cuento de navidad, eres tú. Sí, tal cual eres; delante y detrás del espejo. Abba, que así se llama nuestro amigo, despertó un día siete de diciembre, allá por el 2011. El hastío, la soledad entre la multitud, el desasosiego y las eternas preguntas circulaban en su mente dormida. Aleshores -entonces- notó el aliento del espíritu santo y su luz, se derramó en su alma. Lo cierto, es que siempre había estado allí, la cuestión, es que no la había sentido u más bien: Pensó, que era un cuento de Hadas; como el Papa Noel ¡O quizás!, desvarío de locos románticos; llamados Profetas, Mesías o Iluminados y ¿Por qué no? También Poetas.
       Abba, era poeta, sencillamente estaba poseído por el espíritu santo. Es bien sabido, que entre todas las formas de arte, la poesía es, la más digna de admiración, al menos en la tierra. Su esencia es la más noble función humana; tan sólo con la palabra.
       Dicen, que la poesía, la verdadera, se confunde con la profecía. Los antiguos, no dudaban de que los poetas estuviesen poseídos, por un ser divino; la Musa. Los términos acompasados del decir poético, eran los de un Dios encarnado. Y el Dios de la poesía, era el propio Apolo, director del coro de las musas y fuente de toda profecía.
       Abba, no sabía nada de profecías ni tan siquiera se consideraba poeta. Era un escritor frustrado ¡Bueno no exactamente! Era un poeta escondido dentro de si mismo. Que jamás, había compartido su riqueza interior, su tesoro de letras difusas y olvidadas en el tintero de sus recuerdos. Fue entonces, cuando rompió el silencio y esputó todo su amor, su dolor, incluidos sus miedos y odios.
       Y llegó ese día, en que sintió que tras compartir y deshojar sus sentimientos. Era otro, era distinto, hasta la alegría floreció en sus espejos. Y la expresividad retornó con sus palabras, con sus sueños y hasta sus gestos volvieron a renacer; desde su estampa sepulcral y envejecida, por el olvido y el silencio.
       Se observó en el agua del estanque y pudo ver su camino, su misión. Ésta, sería su última navidad ¡Pero no!, no había quedado aún con su novia, la muerte. Era la última navidad, de su ensombrecida vida. Su luz, como una luciérnaga volaba hacia su destino. Y como un búho en el desierto, observó los oasis, donde tenía que dirigirse.
Divisó el oasis de su primera navidad y no era otra, que su futura navidad, el dichoso 2012. 
       Se vio, allende los mares, surcando lagos en un continente extraño. Observó en los cielos, parte de la alineación planetaria y su energía cósmica, asoló y mutó la genética de los hijos de la Luz.
       Abba, ingreso pues, en el ejercito de la salvación. Y en ese continente mágico, empezó a construir un futuro nuevo. Se mezcló con los desamparados, iluminó con su ayuda, la sonrisa de los niños. Escuchó a los locos; habló con los sordos, y con las imágenes de sus palabras, otorgó la visión a los ciegos y así todos juntos, con el amor que se tenían. Pudieron hacer hablar a los mudos y enloquecer a los cuerdos.
       Pero tan sólo era un posible oasis, quizás era un espejismo, entonces divisó otro oasis. Estaba en su tierra, junto a los suyos, sus hijos le decían papi Abba, lo querían con todos sus defectos y todos sus errores. Pero ese oasis, estaba muy lejano y tal vez al llegar allí, se desvaneciera como humo de arena. Era un pecador, y sólo Cristo podía perdonarlo, sin embargo sus tres frutos, no tienen porqué hacerlo, pero tampoco es bueno odiar al padre.
       Por eso, entre llantos se postraba ante el silencio y suplicaba clemencia y misericordia. Ya dejó de pedir el cariño de sus hijos, al Dios. Sólo deseaba que fueran felices y que el rencor, no fuera creciendo en sus pequeños corazones, junto al odio.
       Pero bueno -exclamó para sí-. Aún me queda un año, para esperar el milagro o partir, al otro lado del mundo ¡Quién sabe donde puede ser! Sólo espero, dar felicidad y encontrar a mi musa, esa que me ha de acompañar; desde éste principio, del último tramo de mi vida.

        En la cama de Abba, había una muñeca gitana de porcelana; un bello recuerdo, de una navidad olvidada. La tomó en su regazo y lloró ¿Porqué? No lo sabía. Quizás eran los recuerdos que afloraban en su melancolía, pero no sentía tristeza, si no, una alegría que se mutaba en llanto.
       Cerro los ojos y escucho la voz de su mami.......

Manel-li-to

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