SHELMA T´astimu

SHELMA T´astimu
T´ASTIMU FILLA

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domingo, 7 de abril de 2013

El EMPERADOR cap 2...2ª parte final







       — ¡A les hores! —replicó Hemis un tanto cohibido— ¿Si tuviste relaciones con mi madre? ¿Bien podrías ser mí padre?¿No?    
— ¡Mira y escucha! No te voy a engañar Hemis, amé y deseé a tu madre desde el primer día que la vi. Pero, créeme, siempre la respete, nunca osé correr su velo. Yo, estaba al corriente de su gran proyecto, como ella decía y aunque no compartía su objetivo, la ayude en todo lo que pude. Tal vez, fue por egoísmo, lo reconozco, quería estar con ella el máximo tiempo posible y ayudándola lo conseguí. El tiempo que disfrute en su compañía fue tan intenso y tan real para mí; dentro de ese mundo paralelo que había creado.                                                                        
Que tengo la impresión, que sólo el tiempo vivido junto a ella, fue el verdadero. Y tan sólo su recuerdo me hace sentir vivo; en éste mundo enfermo.
— ¡Así pues! ¿Tú crees que Dios tiene algo que ver en este sortilegio. O qué, más bien, alguien la engaño y sé aprovecho de su ingenuidad?
— ¡Caramba, Hemis! No te andas por las ramas. Pero si somos realistas, sí que es posible lo que dices. Aunque, yo no descartaría el milagro.
— ¡No se, Azis! La verdad es que ese misterio, creo que no lo vamos a resolver hasta que la encontremos y ahora juntos podemos conseguirlo ¿No crees?  
— ¡Sí, por su puesto que sí! —replicó invadido de añoranza— ¡Si tu corazón es intrépido, te ayudare a encontrarla!  
Esta vez fue Azis, quién vislumbro su Awen y éste le llevó a sus últimos recuerdos con Shelmi. Recordaba como florecían todas las plantas y de que manera, el viento se mecía mansamente en las copas de los pinos, con su perfume embriagador. Una legión de ruiseñores, tordos azules y mirlos, cantaban a la primavera y era difícil imaginar una tarde tan gloriosa, junto a su bella Dama.  Shelmi, clavaba sus luceros azabaches en una mirada errante; llena de lágrimas cálidas. A veces en el ocaso, otras en los bosques y rocas fálicas. Azis, la miraba en todo momento, ambos jóvenes estaban cohibidos, sin atreverse a romper el silencio con palabras.  
Se amaban con todo el sentimiento nuevo de la juventud; generoso, ingenuo y tierno. Pero nunca se habían dicho palabras de amor, como todo  amor verdadero, tenían ese pudor y reserva propios; como si las palabras, pudieran quitar valor a los sucesos. Es amistad pensaban engañándose. Pero esa felicidad, se estaba escapando junto al ocaso, Azis, esbozando una sonrisa le preguntó con voz quejumbrosa.
        — ¿No me estarás insinuando, hermana mía? —así la llamaba él, con cariño por no atreverse a decir amada mía      — ¿Que es cierto, que ha llegado el momento de cumplir vuestro Gran Proyecto?    
— ¡Sí...! —exclamó con la cabeza agachada y cayó unos instantes—... Es cierto, los avatares de mí vida así lo exigen —levantó sus ojos llorosos, bañando sus mejillas transparentes.  
— ¡Oh, hermana mía! Vos no sabéis todavía, como os amo, ni hasta que punto abrumáis y acongojáis mí alma. Nunca hasta ahora os lo he dicho... ¿Para qué hacerlo, pues el tono de mí voz, la mirada y mis expresiones, están revelándolo? Yo he vivido en este mundo sólo, con una familia perdida en el recuerdo y este corazón impetuoso, no ha conocido las caricias de una madre, ni las dulzuras de un hogar.    
Como un peregrino, he buceado hasta aquí el desierto de mí vida; pero cuando visualicé que vos, erais el santuario donde se dirigían mis pies moribundos. Desearía que mis penalidades fuesen más, para llegar a vos purificado ¿Es demasiada soberbia querer estar junto a vos? Que eres mi ángel de luz.
— ¡Ah...no! No lo es en absoluto querido —susurró retorciéndose sus blancas manos, con una voz que partía las entrañas.       
     — ¡Y sin embargo, queréis ir en busca de ese Dios impío! Yo, hermana mía, respetaré tu decisión, pero que sepas que desde que te amo, se han desatado unos fuegos fatuos que inundan mi alma. Todas las estrellas y todo el poder de la natura; con sus rosas poderosas son pocas, para ponerlas a tus pies.  
— ¡Oh...querido! Que bellas palabras, gracias Tomás, Las recordare por siempre —bisbiseó con voz trémula en su oído.
— ¡Mas yo te digo, hermana mía! ¿Que si marcháis con ese Dios, que te obliga a dejar esta realidad mundana? Dejaré de llamarme Tomás, y me convertiré en Musulmán, judío o hindú... Por qué no puedo seguir creyendo en un Dios, tan egoísta como parece ser.
— ¡Oh, Dios santo! —murmuro exaltada con sus palabras—. No es egoísta querido, al contrario es bondadoso y cuando termine mi misión con él, regresare a ti.
— ¡Pero, Shelmi! Si me queréis... No podéis permitir que una cadena me esclavice con los infieles. Podría ser mí perdición y quizá la vuestra.
— ¡Más, no seré yo quien te ate a ellos!  No seas cruel conmigo querido ¡Volveré! Si has de sentirte mejor, profesa la fe que quieras, pero recuerda el dios es el mismo....
Assís, la busco en el monasterio y no dudo de esos hombres que representaban a Dios. Ni siquiera ella le desveló que se hacía pasar por Anselmo y a Assís, no se le paso esa realidad por la cabeza. Shelma, le había contado todo su proyecto, pero no le dijo que vivía en el monasterio disfrazada de Anselmo, para conseguir su objetivo. Quizá, para que él, no lo estropease; además ella no había contado con enamorarse.
Por eso desapareció de la vida de Assís, por miedo a caer en la tentación carnal y con ello su gran proyecto, así que, igual que había llegado a su vida, se desvaneció como un fantasma, sin dejar rastro; como una niebla vaporosa, desapareció en el horizonte y sólo dejó a su paso el rocío del recuerdo.    
Se sentía ninguneado, utilizado por ese maldito proyecto. Hemis, le hizo ver que no eran utilizados, que mas bien, por desgracia o por ventura formaban parte de él. Assís, fijó la mirada en el medallón de Hemis y preguntó incrédulo. Pero... ¿Eres tú...?  
— ¡Sí! Yo soy —replicó ahuecando la voz, seguro de no mentir—. Me lo ha contado Pera, el ermitaño que vivió con mi madre y me vio nacer.  
Hemis, narró todo lo que le había contado el ermitaño, como un novelista; hasta las sombras se extendían por la sala, como si quisieran escuchar. Assís, desviando el sesgo de la conversación, le ofreció una habitación para pernoctar, éste, aceptó de buen grado estaba cansado, confuso y el sueño llamaba a su puerta.
Assís, le llevo a sus aposentos en el piso superior del café. Hemis, se quedó boquiabierto al observar que la estancia, era una replica de su celda en el monasterio; incluso habían cosas que no poseía, pero que hubiera deseado tener, como un retrato de Shelmi, que sólo existía en su mente.
Se acercó a la ventana y contempló la belleza celeste, reflejada en un mar a su deriva. Toda esa energía se filtraba en él, cerro los ojos y se sintió embargado, por una serenidad intrépida; insensible a la misericordia, al miedo y a ese mundo desconocido. Esa atmósfera, le oprimió el pecho quitándole el aliento y tuvo que abrir los ojos para respirar. Su mirada, se abismó en ese confín entelado de estrellas y tendió sus brazos temblorosos, como queriendo recibir un poder divino. Se recostó en su lecho y al abrir el álbum al azar, descubrió que esa parte estaba escrita en castellano y leyó lo siguiente:
                            17, de Febrero de 1811             
Querido diario, éste es mi aniversario y al final siempre caigo en tus brazos de papel, para deshojar mil penas y dos alegrías. Me veo en una encrucijada, entre mi devoción al Señor y el ser madre, a veces hasta dudo de mi Fe, a ti diario te lo puedo decir sin miedo. Desdichada de mí, que siento en mí pecho el dolor de éste sentimiento de fecundidad; que a mis diecisiete primaveras, se ha despertado dentro de mí, como un riachuelo de fuego.
Mis votos hacia Dios, creo me otorgan el derecho a desear lo más profano, aquello que no se nos permite, ni mencionar a las mujeres de mi condición. Debo ser valiente y entregarme por completo a la vida de ermitaña, aunque sé que no ésta contemplado por la iglesia católica. Pero si es preciso, pasarse por hombre para lograrlo, no pondré trabas a mis deseos. Creo que cada cual debe perseguir sus objetivos, aunque estos sean siniestros y prohibidos.
Yo, desde luego; querido papel, estimada pluma, os pongo a vos por testigo de ésta, mí nueva curva de aprendizaje. Hoy empieza una nueva vida para mi existencia y estoy segura, qué dentro de muy poco tiempo, conseguiré llenar él vació, que tengo en mis entrañas de mujer. 
    Reflejos de un sol mañanero enfila su lienzo, hacia la llanura rocosa de éste sueño vespertino. Resuenan en mi cuerpo, el canto de los tordos y el ulular de las lechuzas, me transportan a un mundo de bulerías pasajeras. Mantos verdosos cubren la montaña Montserratina, los picos escarpados por el viento reflejan el brillo de la luna, tras las montañas de "Trinitats". Pomposas nubes circunvalan “La Prenyada, L´Elefant i la Cadireta" -la embarazada, el elefate y la sillita, rocas de montserrat.
Desde éste lugar privilegiado, bien temprana la mañana, he podido divisar las montañas de Mallorca, pero eso, no parece importarle al mundo ni al viento, para modelar sus figuras y dibujar esta alborada con vistas a la mar.  
El deambular desnuda por los bosques de Mont-salvat, me hace sucumbir en un orgasmo celestial junto al canto de las aves. ¡Oh...Diosa Madre! ¡Oh...Moreneta!, solo tú, sabes lo que es sentirse sola, en este mundo lujurioso, que sólo busca el placer en el sexo, como los propios primates.    
¡Oh...Diosa Madre! ¡Oh...Moreneta! Solo tú, sabes lo que mi pecho adula en las tinieblas del amanecer ¡Quien sabe! Si tú, puedes deshacer éste encanterió dorado, que emana de mis entrañas, sedientas de pasión y no de fuego, gozosas de placer y no tan sólo de sueños matutinos en mi mente.  
Tú sabes ¡Oh...Diosa, Señora Mía!, la verdad de mi silencio, solo tú, sabes lo que busco tras las sombras de la noche. Darme fuerzas para sucumbir mí futuro y encontrar sin más apremio, lo que tanto añoro en sueños. No se nada del amor carnal y mucho menos del sexo. Sólo gozo al ver salir el sol y siento, como esos rayos dibujan en mi sexo el placer de su calor risueño, en éste frío invierno. Fácil lo tiene aquel que ose correrme el velo, nada se del amor y todo para mi será como un mundo nuevo por descubrir, y en cada postura soñada intentare recordar aquellos versos:      
Extrañas sombras se rizan, en mi distraída mirada
fantasmas de un mundo remoto y agradable.
El agua, moteada de sol, esta tranquila, cerca de ti
Y sin embargo, tú no estas.
Esforzando los ojos, miro las profundidades 
y tú sonrisa tibia y dulce, emerge del mas allá
Tu dulce boca, roza mi piel y me estremezco
Tu brisa suave, me besa y yo me muero
Y se nublan los espejos, pues te miro y no te veo
Tan solo quiero, expresarte lo que siento, 
Mas no puedo pretender, escribir mis sentimientos.
Pues todas las vidas son pocas
Para decirte, decirte 
¡Que te quiero!
Destellos fugaces brillan en mi mente y penetran en mí cuerpo. Ya empiezo a sentir, dentro de mi cuerpo tu sabor ¡Oh... Dios mío! debe ser algo obsceno, pero que más da, de momento es todo un sueño y del mañana nada se sabe en un sueño. Parece que noto vibrar en mí, al universo y veo como lanzas las estrellas en el firmamento, rasgando ese velo desconocido dentro de mí.      
Ahora me parece que somos uno y qué ¡Oh...Dios mio! cuantas veces he esperado éste momento, mi gran amado, mi gran sueño. Todo me parece tan real. Quisiera gritar y no puedo hacerlo, porque no se debe gritar en sueños, ya que podríamos dormir a los que están despiertos.
Dicen que Dios, hace el amor contigo mi virgen Moreneta. Por eso vine a éste lugar tan misterioso y fantasmagórico. Mi fantasía sexual brota de mis adentros y siento poco a poco, como el riachuelo de tu amor, aflora en mi vientre y, lentamente ese riachuelo se torna pluvioso y desfallezco en un brutal y amargo orgasmo de sueños, ya que tan sólo es eso ¡Oh...Dios mio!, que triste es hacer el amor con el viento, son tan suaves sus caricias en el monte de Venus, que apenas noto la brisa en mis adentros, sedientos de ese rayo de luz, que penetre en mi ser y me haga gozar como podría hacerlo contigo.      
¡Dios mío!, hacedme un hijo vuestro, él, tendrá su propio camino, ésta es mi plegaria, por eso vine a esta montaña Sagrada, para ofrecerte mi amor eterno y tu nuevo hijo terrenal. Deja que tus manos poderosas, desprendan brotes de luz, en mis pechos escarpados, por la brisa de tu aliento eterno ¡Oh...Dios mío! Hacedme un hijo vuestro, ya sabéis pues lo que pretendo ¿Acaso, no era eso. Lo que esperabas de una mortal como yo?  
Unas lágrimas brotaron en Hemis, al recordarla, azorando sus mejillas abruptas y bermejas, sofocando sus pequeños ojos arabescos. Teñidos de esa ingenuidad promiscua, de los niños. Un zumbido agudo martilleo sus oídos, era un viejo tren de mercaderías, el sonido le recordaba a su infancia, solía recostarse en los matojos y ver surcar de entre los raíles, aquellas enormes maquinas, escupiendo ese silbido tan peculiar y estridente. Hemis, continuo su lectura cautivadora, devorando las palabras con ansiedad e impaciencia:
“THE LEARNIG CURVE” 
La curva de aprendizaje, se contonea entre estos picos serrados.
Piel púrpura, florece en un lugar de ensueños.
 “Jinas”en ése encanterió te encuentras,
Divino templo Montserratino.
Tras la curva del horizonte, 
Hay una tenebrosa y jocunda grieta,
donde resurge una luz difusa. 
En la oscuridad moribunda de la cueva, 
Se forja una vieja sabina, que confunde su entrada.

2 comentarios:

  1. Plasmas un amor más allá de todo en Shelma hacia Dios....fluyen esos sentimientos con todas tus herramientas muy bien logradas...muy bien cielo...
    mi corazón en ese vaivén palpito....besos

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  2. ahaha esa es la idea como devota del señor y costo ponerme en el papel femenino de esos deseos, pero quedo bien al final...jijiji me alegra que palpitara tu cor hermoso, besitotes

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