SHELMA T´astimu

SHELMA T´astimu
T´ASTIMU FILLA

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sábado, 26 de noviembre de 2011

Vagabundos Ferroviarios 2



       Los dos amigos, algo más contentos por el orujo. Se dirigieron al vagón, donde les esperaba la fogata y la sorpresa. En llegando, sus corazones palpitaron de zozobra y los dos jubilosos pordioseros, pudieron divisar una figura un tanto escuálida, pero esbelta; parecioles una gran dama.
       Ella, lucía un precioso gabán cobrizo, su largo pelo negro, brillaba y cubría sus espaldas. Entonces, pudieron escuchar una dulce tonadilla, que parecía brotar de sus labios:
Vas buscando respuestas
vas buscando caminos.
Vas buscando y rodando
en el tren de tú destino.
Vas buscando y buscando
algo que no está escrito.
      Su melodiosa voz, les cautivo como esclavos pedigüeños. Ella se volvió inquieta y el resplandor de su mirada les dejó absortos y  sorprendidos. Observaron escrupulosamente a la dama: Su rostro aterciopelado, era luminoso como cual rayo de luna. Tenía las mejillas un tanto abruptas y sonrosadas. Su edad era incierta, aparentaba treinta y cinco, pero estaba en el umbral de los cincuenta. De nariz  aguileña y un tanto pecosa, que le daba un aire juvenil. Y que decir de su mirada, negra y profunda como la noche.
       Su semblante lampiño, quedó gravado a fuego en la memoria de Demís. Apenas intento esbozar unas palabras, cuando Goz, se dirigió a ella con paso altivo y sereno, le tomó la mano y le beso con devoción según los cánones y las costumbres.
       Al rozar sus labios en su piel, descubrió Goz, el renacer de su amor y exclamó:
      -- ¡Hermosa noche, bella flor!
      -- ¡Ohh, sí! Gracias caballero...
      -- Pero, sientese junto al fuego y descanse -objetó Demís.
      -- Bueno, pero he de marchar pronto...
      -- ¿Cómo tan pronto? Acaso nosotros los trotamundos, tenemos prisa para algo -puntualizó Demís-. No tenemos rumbo ni destino, simplemente vivimos. Además venimos de la despensa y vamos a preparar una suculenta cena, que ahora sera en su honor. Así pues, Vos descansad que nosotros seremos sus sirvientes. 
       -- Disculpe mi Señora -intervino Gozne-, no me pareció oír su nombre.
       -- No, disculpen ustedes, me llamo Angie...
       -- Mi nombre es Gozne, pero puede llamarme Goz -replicó con voz altiva- y éste, es mi amigo Demís, somos  hermanos en cristo. Hoy además, entramos en primavera y nosotros lo celebramos, pues fue el día de nuestro encuentro y nuestra hermandad. 
       Con tan grata compañía, pasaron largos días y cortos meses. Divagando juntos los tres, disfrutando de esa trinidad mágica. Ambos, estaban embelesados por el encanto, de aquella mujer voraz. Estaban cautivos de su presencia. Y ahí, empezaron sus disputas y sus celos.
       Cierto día, Demís, se acercó a Angie y confesó su amor con esta plática:
       ¡Ohhhh Angie! Eres cual "Nodriza del bello Alción", me das calor, con tu sonrisa risueña y tibia. Si esto es amor, no sé, que me daba miedo. Si esto es Amor, quiero ser tu lucero. Pero si solo es un sueño, rompería los espejos y te recordaría en mi silencio.
       Rozar tus cabellos, estremecerme en tu regazo, respirar tu aliento. Probar tú miel, saborear tus besos. Todo eso sería poco, para la mujer que quiero. 
¡OOh. Angie! Susurrame al oído,
 que no , escuche a otra.
Susurrame al oído, 
que no, mire a otra.
Y regalame un beso, 
para poder soñar despierto
y decirte, decirte que te quiero.
¿Sabes Girasol?
Te amo tanto, que me duele el alma
pero es, ese dolor de nostalgia 
esa chispa de felicidad.
Que fácil es decir te quiero
cuando se Ama
Pero, que difícil es decir, lo siento
dentro del remordimiento.
Pedir perdón es fruto, 
de mi amor.
       -- Pero, no entiendo porqué has de disculparte, querido Demís. Ni porqué tener remordimientos.
       -- Si, cariño. Un fuego interior inunda mi ser, pues no es fácil amarte, cuando sé, que mi mejor amigo, también te desea y te ama como yo.
       -- Lo sé, querido, pero yo soy una viajera del tiempo, no pertenezco a tu época. Pero, me siento atraída por vosotros
como la luna lo está a la tierra y al sol. Pero, no deseo haceros daño, ni separar vuestra hermandad. Sólo soy una viajera, que esta enamorada de dos hermanos, por eso, no debo quedarme.
       -- ¿Quieres decir, que nos amáis a ambos?
       -- Sí, Demís. Por desgracia o por ventura es así. Estoy atrapada en éste laberinto incierto. Y seré franca, no sé que camino he de escoger, pues todos nos enfrentan con la soledad y la tristeza.
       Ambos exhalaron un lamento silencioso y quedaron pensativos. Demís, marchó sólo ha pasear junto al apeadero, en busca de sosegar su alma junto a la alborada. Y esperar, que el primer haz luminoso, iluminara sus dudas.
       Entretanto, Gozne, se acercó a Angie y observó sus luceros pluviosos y la cobijó en su pecho.

       --  

jueves, 24 de noviembre de 2011

Vagabundos Ferroviarios 1; Cuento o Novela no sé


 Su rostro era bermejo y aviejado, caminaba suntuosamente, entre las vías del ferrocarril. La mirada triste y translúcida; con unos ojos pequeños, embotados en su faz cálida.
      Siempre había soñado, en ser un conductor vagabundo y escondido en sus andrajosos harapos, relucía radiante su corazón grandilocuente y tierno. Que soñaba y sueña con volar, entre las vías de su destino; para llegar a su amada, esa que aún desconoce.
       Demís, era su nombre, sus apellidos fueron olvidados en su destierro. Vivió siempre como un nómada de circo, emigrando de pueblo en ciudad. Veinte años, en esa vida febril, sin saber escribir, sin poder leer un cuento.
       Un día, se dirigió  a una vieja estación de pueblo y allí permaneció sentado, viendo rodar y tronar grandes maquinas de vapor. La gente subía y bajaba de aquel monstruo dorado; que escupía humo de sus entrañas. Quedó perplejo y asombrado de esa gran belleza, que envolvía aquel apeadero rural. Hacía frío y el calor de las locomotoras, le abrigaba las entrañas, aquella noche de primeros de mayo.
      Una voz interior, le decía que partiera lejos, muy lejos de todo aquel jolgorio de nómadas. Y así fue como subió, por primera vez a un vagón de mercancías, al final de un larguísimo tren, con destino desconocido.
       Apenas logró acomodarse, cuando se dio cuenta que no estaba sólo. Observó cerca de él, a un hombre viejo, calentando sus grandes manos, en una pequeña fogata. Demís, se acercó y saludo con voz quejosa y entrecortada. Pero, no obtuvo ninguna respuesta, de su saludo nocturno. Esputó de nuevo su saludo, ésta vez lapidario y aquel hombre de grandes manos, volvió su rostro hacia él, asintiendo con la cabeza y desplegó sus labios, esbozando una mueca por todo saludo. El hombre de grandes manos, fijó sus ojos saltones, en aquella mirada penetrante de Demís y éste, le preguntó por el rumbo de aquel viejo tren de madera. El hombre de grandes manos, sonrió tristemente y le contestó:
       -- ¡Qué más da! Que importa el destino, tan sólo voy en busca de un lugar más cálido, nunca me gusto el frío ni la lluvia ni el viento. Busco ese paraíso, esa musa, que he de adular eternamente. Dejé atrás estaciones absortas y frías, con sus gentes sin alma, sin sentimientos. Ya es primavera y casi no la recordaba, su calor empieza a florecer entre los recovecos de éste mi tren. A propósito, ¿Cómo te llamas joven?
      -- Demís, me llaman Demís, el solitario ¿Y Vos?
      -- Gozne, pero mis pocos amigos me llaman Goz. Pero, sientate a mi vera.
       Demís, tomó asiento frente a Goz y empezó a escudriñar su semblante. Tenía los ojos grandes, salidos de sus órbitas, su rostro era de una palidez marmórea y parecía de rancia alcurnia. Semblaba un gentil hombre, andariego y pícaro, degradado en vago de oficio. Su nariz era grande y bulbosa, con ojos castaño turbio. Todo él, era de grandes dimensiones, sus dedos de nardo, azoraban las brasas de la hoguera con languidez. ¡Por no tener, qué de comer quisiera, fablaba cual rumiante!  
       Demís, divagaba entre sí, en su taciturno devaneo errático: Pasan los días y tras sí, los años, dejando la huella de nuestros caminos férreos, de vagón en va vagón. Soñando con la belleza, con nuestra amada dulcinea. Esperando que un día, estuviera sentada aguardando, nuestra llegada, en una ruidosa estación de ciudad.
       Mientras los días volaban entre nosotros, veíamos surcar las nubes en nuestro cielo y la imagen de una cometa, surcaba los aires simulando estar volando, pero lo que ella no sabía, es que volaba muy alto.
       Su amigo Goz, le había enseñado muchas cosas de la vida, le gustaba describir los trenes, en los que había vivido sus aventuras y enseñarle, explicarle todo lo que sabía. 
      Así pues, le enseño a leer, escribir y lo más importante ha saber escuchar y tener paciencia. Le contó las historias de su abuelo, el primer vagabundo ferroviario: cuando los vagones eran arrastrados por caballos.
     -- ¡Bueno Demís, Vamos a tomar un orujo!
     -- ¡Claro, buena idea! De paso podemos comer algo, siento como rugen mis tripas, jijijii
       Entretanto, se paró el tren en una polvorienta y mohosa estación de ciudad y allí estaba ella, la viajera del tiempo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Espejo Social



Quien de vosotros podria Imaginar, 
Que mis silencios y mis risas; lamentos hijo.

Grito en la inmensidad, del Pensamiento
en la dimensión profunda, del encuentro estafa Mismo ONU.

En mi proprio Asombro, Toda Realidad es falsa
tan SOLO Imágenes hijo, reflectadas de espejos deformes
Por ESA rigurosa, compostura social.

Cada Intento de revivir, ser Dębe suave, transparente
y tiene mirar el Rêves de tú espejo.

Que Cada Palabra, tornarse Pueda Por Un Gesto
Y Una Sonrisa sencilla, refleje tu Felicidad.

¿Tú, lo decretos ASI Verdad, mi ópalo tornasol?
 ¡Y, Quien de Nosotros, Imaginar podria!
Que Nuestras miradas inocentes
sí convirtieran, en dulces Palabras de amor.

Pero de un amor, Espiritual y tierno
Necesario, en Nuestras Vidas.
Y Que, Desgracia Por suerte o Por
TENEMOS UN Pasado oscuro, Que de Tenemos Que Iluminar.

Y si Por Fin, encontrara En Esta Esquina de la vida
ESTE DESEO Sostenido del tanto Tiempo.
Pensaría, Que No en vano iba a Disfrutar do RETRASO.

La esperanza, de lo Florerias Que Ser
Nació el cinco de Noviembre de la ONU.

Pero, los Sentimientos y La Realidad
discurren en forma Paralela 
y quiza no encuentren en sí never.

Más, no me importa, 
MIENTRAS Pueda Ser la sombra de tu camino.
A Veces odio, El Espejo sociales
Siempre Controlando los Deseos
reprimiendo Conductas; escandalosas POR semblar
en Nuestros Queridos Semejantes.

A el menudo me canso de Pensar
Donde esta La Verdad, Cual es el camino.

A Menudo, Creo ESTAR SÓLO Entre la Gente
y no encontrarme Logro, en ESE espejo social.
Y ¡Aleshores! 
Siento Miedo y me escondo tras EMPRESAS las Sombras
Junto a soleada Tu Sonrisa.



jueves, 10 de noviembre de 2011