SHELMA T´astimu

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T´ASTIMU FILLA

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sábado, 14 de abril de 2012

Vagabundos Ferroviarios final


       Los dos amigos, algo más contentos por el orujo. Se dirigieron al vagón, donde les esperaba la fogata y la sorpresa. En llegando, sus corazones palpitaron de zozobra y los dos jubilosos pordioseros, pudieron divisar una figura un tanto escuálida, pero esbelta; parecioles una gran dama.
       Ella, lucía un precioso gabán cobrizo, su largo pelo negro, brillaba y cubría sus espaldas. Entonces, pudieron escuchar una dulce tonadilla, que parecía brotar de sus labios:
Dame tu aliento ¡Oh señor!
Ampara mi almaaaa...
Que sueña y abraza
Sola tras el destinoooo
algo que no está escrito.
       Su melodiosa voz, les cautivo como esclavos pedigüeños. Ella se volvió inquieta y el resplandor de su mirada les dejó absortos y sorprendidos. Observaron escrupulosamente a la dama: Su rostro aterciopelado, era luminoso como cual rayo de luna. Tenía las mejillas un tanto abruptas y sonrosadas. Su edad era incierta, aparentaba treinta y cinco, pero estaba en el umbral de los cincuenta. De nariz aguileña y un tanto pecosa, que le daba un aire juvenil. Y que decir de su mirada, negra y profunda como la noche.
       Su semblante lampiño, quedó gravado a fuego en la memoria de Demís. Apenas intento esbozar unas palabras, cuando Goz, se dirigió a ella con paso altivo y sereno, le tomó la mano y le beso con devoción según los cánones y las costumbres.
       Al rozar sus labios en su piel, descubrió Goz, el renacer de su amor y exclamó:
      — ¡Hermosa noche, bella flor!
      — ¡Ohh, sí! Gracias caballero...
      — Pero, sientese junto al fuego y descanse -objetó Demís.
      — Bueno, pero he de marchar pronto...
      — ¿Cómo tan pronto? Acaso nosotros los trotamundos, tenemos prisa para algo -puntualizó Demís-. No tenemos rumbo ni destino, simplemente vivimos. Además venimos de la despensa y vamos a preparar una suculenta cena, que ahora sera en su honor. Así pues, Vos descansad que nosotros seremos sus sirvientes. 
       — Disculpe mi Señora -intervino Gozne-, no me pareció oír su nombre.
       — No, disculpen ustedes, me llamo Angie...
       — Mi nombre es Gozne, pero puede llamarme Goz -replicó con voz altiva- y éste, es mi amigo Demís, somos  hermanos en cristo. Hoy además, entramos en primavera y nosotros lo celebramos, pues fue el día de nuestro encuentro y nuestra hermandad. 
       Con tan grata compañía, pasaron largos días y cortos meses. Divagando juntos los tres, disfrutando de esa trinidad mágica. Ambos, estaban embelesados por el encanto, de aquella mujer voraz. Estaban cautivos de su presencia. Y ahí, empezaron sus disputas y sus celos.
       Cierto día, Demís, se acercó a Angie y confesó su amor con esta plática:
       — ¡Ohhhh Angie! Eres cual "Nodriza del bello Alción", me das calor, con tu sonrisa risueña y tibia. Si esto es amor, no sé, sin el tanto tiiempo. Si esto es Amor, quiero ser tu lucero.
       Rozar tus cabellos, estremecerme en tu regazo, respirar tu aliento. Probar tú miel, saborear tus besos. Todo eso sería poco, para la mujer que quiero. 

¿Sabes Girasol?
Te amo tanto, que me duele el alma
pero es, ese dolor de nostalgia 
esa chispa de felicidad.
Que fácil es decir te quiero
cuando se Ama
Pero, que difícil es decir, lo siento
dentro del remordimiento.
Pedir perdón es fruto, 
de mi amor.
       — Pero, no entiendo porqué has de disculparte, querido Demís. Ni porqué tener remordimientos.
       — Si, cariño. Un fuego interior inunda mi ser, pues no es fácil amarte, cuando sé, que mi mejor amigo, también te desea y te ama como yo.
       — Lo sé, querido, pero yo soy una viajera del tiempo, no pertenezco a tu época. Pero, me siento atraída por vosotros; como la luna lo está a la tierra y al sol. Pero, no deseo haceros daño, ni separar vuestra hermandad. Sólo soy una viajera, que esta enamorada de dos hermanos, por eso, no debo quedarme.
       — ¿Quieres decir, que nos amáis a ambos?
       — Sí, Demís. Por desgracia o por ventura es así. Estoy atrapada en éste laberinto incierto. Y seré franca, no sé que camino he de escoger, pues todos nos enfrentan con la soledad y la tristeza.
       Ambos exhalaron un lamento silencioso y quedaron pensativos. Demís, marchó sólo ha pasear junto al apeadero, en busca de sosegar su alma junto a la alborada. Y esperar, que el primer haz luminoso, iluminara sus dudas.
       Entretanto, Gozne, se acercó a Angie y observó sus luceros pluviosos y la cobijó en su pecho.


       ¡Angie, angie!, tu llanto aflora en mi pecho y no puedo evitar enamorarme de ti -exclamó Goz-. Tengo que irme lejos, muy lejos de aquí, pues, no puedo evitar este amor que me quema. Me siento como un niño, que corre hacia su fin. Cariño así va todo, algunas cosas son así.

       Un día me cogiste la mano y toda mi alma fue tras de Vos. Ahora tengo que partir, el tren de mi futuro, me espera en su vía muerta ...

      ¡Pero, que locura es ésta! -gritó Angie-. No, por favor, no digas nada. Ésta vez compre mi billete, prométeme que cuidaras de Demís, es tan inocente.
       — Sabes que lo haré, pero dame un abrazo y un millón de besos...
       Esa despedida, le dejo un buen sabor de boca y con paso lento, se difumino en la niebla. Escuchó un silbato y una voz, grito su partida -último tren, no lo dejes escapar- Un ave extraña, estaba suspendida en el anden ¿De donde venía? No lo sabía. Entró en su jaula ¿A donde volaría? No lo sabía. Se sentó junto a su alma y se dejó llevar.
       Ella, le recordó toda su vida. Pudo vislumbrar todos sus actos. Era la película de su vida, sus sentimientos, sus amigos. Cuando vio a Demís, no pudo contener sus lagrimas.
       El ave ferroviaria, descendió súbitamente y estacionó en un apeadero rural. Goz, quedó pensativo y decía para sí:      
      ¿Porqué lloro? Ya nada puede hacerme daño, mis penas son insignificantes, pero mi lluvia de lagrimas, sigue su curso.  Barro los trazos de la vida de ayer y el viento susurra tu nombre. Cuantas cosas pueden pasar, en unos segundos
La vida, puede empezar de nuevo
la muerte, puede renacer.
Un vuelo de palomas, puede cambiar el tiempo
Una mujer desnuda, puede parar el mundo
y pisarlo con sus pies de cristal.

La noche es larga y podría coger al mundo
y besarle en su boca tenebrosa.
Un amor de tiniebla, suena pero no se ve.
Debo quemar mis últimos cartuchos,
y disparar contra mi pasado.
Así podré ahuyentar, mis fantasmas
y a cantaros, llenar los mares de mis deseos.
   El tren, remonto el vuelo sobre la vía láctea y su estela parecía un cometa. Una mano, se posó en su hombro -¡Su billete, Señor!- Goz, sintió un calambre y una sonrisa floreció de alegría. Ambos se abrazaron, con toda la fuerza de la amistad y ahora, con toda la eternidad por delante. ¿Pero dime, donde está Angie? -preguntó Goz suavemente-. Ella, amigo mío, dejó escapar éste tren. Pero yo, aprecio más tu amistad, que todos los amores del mundo.
♥♪♠Màħệļ-їţø Łuz♠♪♥