SHELMA T´astimu

SHELMA T´astimu
T´ASTIMU FILLA

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sábado, 20 de abril de 2013

cap 12: La Muerte XIII







Cuando estés entre las tinieblas, vaga sólo y esconde tu luz, esa que dices no ver. Allí te darás cuenta de la magnitud de tu alma.   Recuerda, vaga en soledad y busca la belleza en la oscuridad, te aseguro que existe. Y sobre todo, aprende a amarte a ti mismo. Hasta que no te aceptes, no podrás encontrar la salida del Inframundo.  Recuerda bien, vaga sólo y guarda tu luz dentro de tu odio, así no podrán verla, los Sopladores de la Luz.
Rocío, exclamó un chirrío y ahueco el ala, sobre la cabecita de la bebé. Desde entonces, jamás se separaron ambas. Ailen, nunca pronunció palabra alguna, Rocío fue su voz y su sombra voladora. Ese día doce más uno —como dicen los supersticiosos—, que no por ello dejan de sumar trece. Renació una flor y murió un poeta.
Fígaro, por primera y última vez, derramó unas lágrimas bajo el sombrero francés, quizás por si mismo y marchó a pasear, a orillas del mediterráneo. Sus pies desnudos, sembraban sus huellas y tras el oleaje desaparecía su pasado. Sólo tenía el presente, bajo sus pies cansados. La brisa de la tarde, con su sabor salitre, penetró en sus recuerdos y evocó sus correrías, en las olas de su pasado.
Recordó su primer beso, salpicado de ilusión. Su primer baño lunar, junto a su amada Dolores. El eco de sus risas, burbujeaba en la cresta de las olas; con ese susurro quedo de la espuma del mar. Se sentó en el rompeolas y escribió sus últimos devaneos...:


Impronta solitud, me embriaga y enloquece
Borre mi pasado y tan solo recuerdo el futuro.
Que atormenta mi presente.
Entonces ¿Quién soy? Sino tengo pasado.
¿A donde voy? Si carezco de alma.
¡Oh...Impronta vida!
Que salpicas con tu ira, 
el amanecer del alba.
Revuelo de silencio
reverberan las teclas negras, del piano.
Y las blancas ronrronean...
Su lamente Etéreo.
Soy el silencio...Sí ese silencio que se esconde en ti.
El silencio, susurrante que penetra en tu alma.
Si quieres escuchar mi lamento
eres libre...Sientelo pues.
Fígaro no escribo por llenar hojas
son ellas las que llenan
y me dan vida, en esta muerte continua.
Este es mi grito silencioso
porque se que no me escucha nadie
salvo esas angelitas divinas.
Es un grito dentro del sosiego
no me escuchéis, no vale la pena.
Tan sólo escribo, para despedirme
y grito en el vacío de la nada.
Y escucho el murmullo del infinito
que me llama, me reclama en su seno.
Pero soy débil y tengo miedo
por eso me aferro en las palabras
ellas me ofrecen la tregua
esa paz de ensueños....
Escucha mi lamento pues será el último
en este frío otoño..... en este gélido destierro.


La sobremesa en el café del mar, se junto con la merienda y ésta con la cena. La fiesta fue memorable, plena de vida, las risas se unían con el baile y el roce de los cuerpos, provocaba deseos furtivos.
Hemis, acariciaba los cabellos de luz, que esa noche estaba radiante. Lucía un vestido, purpura azafrán propio de las Mil y una Noches. Bailo con descaro ante la mirada de Hemis y como una mariposa, revoloteaba a su  alrededor desprendiendo su fragancia de Rosas Makdub, abrió la ventana para que saliera Sarita, a cazar su cena y un relámpago, dibujó su serpentina luz y tras ella, su rugido estremecedor. La noche se avecinaba tormentosa y el llanto de las nubes se derramó; por ese genio de las letras y desató un río, donde el barquero esperaba su alma.
La barca de piedra, flotaba como una cáscara de nuez y su estela, reflejaba todos los sueños de los vivos. El portal de la muerte, entreabrió sus brazos de mujer y el beso de su silencio; sigiloso como el susurro otoñal. Deshojaba las copas de los árboles a su paso. La natura, barría el destino en su paseo lento, pero implacable. Y su canción de cuna, mecía los sueños de los que están despiertos
Shiva, cubrió con su capa la espalda desnuda de Tivisae; que en forma de corazón, se unía con el pliegue de sus mejillas traseras. Tomó sus manos y como un pajarillo, se poso en sus dedos y le susurró estas palabras.
— Eres mi riachuelo mañanero, que refresca mi sed matutina. Dulce es, el sabor que desprende tu aliento y yo me estremezco. Tu tierna mirada, refleja una risa cantarina...
Alisae, puso su dedo en los labios de Shiva, y le susurró...
—¡Shiiii, silencio, calla! No digas nada, deja que disfrute de este momento. Escucha el canto de sirenas, que aflora entre la tormenta orgullosa.
Pero la música se tornó humo, como el pitillo de Fígaro; formando las tinieblas en el amanecer de la noche y el despertar de las sombras.
Cuando Fígaro, se dirigía al café del mar, apareció un gatito un tanto extraño sin pelo. Él, como si fuera suyo lo cogió. Pero no era un gato normal, era un gato Esfinge, de cuerpo largo y estilizado: Con cuello y cola alargados, y unas orejas desproporcionadas. Su tacto, sin embargo era aterciopelado, dado que si posee una fina capa de pelaje casi invisible.
Éste era el regalo de Estel, su maullido se transformó en palabras y era Estel, quien hablaba. Te presto mi bien más preciado, Inmortal se llama y lo es. Él, te guiara en el Inframundo, allí es bien conocido y temido. Es un pasajero del tiempo como yo, pero su labor consiste en proteger a los desamparados, a los locos en su labor Mesiánica. Y tú, eres uno de ellos amigo suicida.
Llego a su habitación, dejó el escrito en la mesita y se postró en el lecho. Inmortal, ronroneó se hizo cachorro y entró en su viaje. Fígaro, tomó la garra del gato y presionó su almohadilla, y como si fuera navaja se desgarro la sien. Así, quedaron unidas ambas almas y surcaron el umbral, en busca del barquero.
Pero antes, se detuvo en la sala donde la fiesta, parecía que acababa de empezar. El claro de luna, reflejo su luz sobre el piano y la música, de réquiem por el ánima inmortal, inundo la sala. El fuego se disipó y de su humo, surgió la silueta de fígaro, con el gato al hombro. No dijo nada, no hacía falta, su sonrisa lo decía todo, por fin, se le veía feliz. Todos se despidieron, con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios.
— Antes de irte amigo —exclamó Estel— Te diré que tu entierro será multitudinario, serás el primer suicida de este país, que será sepultado en tierra santa. Y te recitare el poema que leerá en tu entierro tu amigo; eso le dará fama a tu discípulo el joven poeta, José Zorrilla ¡Como ves, de algo servirá tu muerte!:    

Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedio del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Acabó su misión sobre la tierra, 
y dejó su existencia carcomida, 
como una virgen al placer 
perdida cuelga 
el profano velo en el altar.

Miró en el tiempo el porvenir vacío, 
vacío ya de ensueños y de gloria, 
y se entregó a ese sueño sin memoria
¡Que nos lleva a otro mundo a despertar!

El amanecer, iba disipando el brillo de las estrellas, pero un nuevo cometa brillara por siempre, en el mundo de las letras..... Y si observamos bien, podremos leer en su estela, su último escrito y el humo de su pitillo sombreado....
La fiesta siguió su cauce, si cabe más alegre que antes. Hemis, se acercó a Estel y recibió su respuesta antes de pronunciarla.
— ¿Tú viaje a Jinas? Eso te preocupa, pero no puedo decirte; lo que no quieres escuchar, amigo.
— Tienes razón, prefiero ignorar mi destino será más fácil. Pero, cuéntanos algo del futuro ¿Como será...?
— ¡El futuro! ¿Que futuro? ¿Que de seguir así, llegaremos a la luna?, que extinguiremos especies, que querremos ser dioses. No hay futuro Hemis, sin un presente  y el libre albedrío nos llevara a nuestro destino.
— ¡Pero no te pongás filosófico, queriido! —objetó, Luz— Bailemos y goçemos del amor. Juntos, desabrocharemos la mañana y viviremos nuestro futuro.
Estel, depositó sus manos en la barriga de luz y sentenció. Tú futuro esta dentro de ti ¿No lo sientes? Luz se estremeció y miró fugazmente a Hemis. Que para variar, no se había enterado de nada y sonreía como un bobo.
Luz, guardaba su secreto y le pidió a Etel —como ella, la llamaba—, que no lo revelara. Todo quedó pues, en un dolor de barriga y un no desabrochar la mañana.
Aún no he podido adivinar ¡Porqué quiere guardar el secreto Luz! Pero estoy seguro que pronto sabremos el motivo. El amanecer, va disipando el brillo de las estrellas, pero un nuevo cometa  brillara por siempre, en el mundo de las letras..... Y si observamos bien, podremos leer en su estela, su último escrito  y el humo de su pitillo sombreado....
                             

Cap 11; El Mundo XXI




— ¡Shíiii, digo no...! No la oigo, pero si la veo en brazos de su madre, bajo una viga ardiente... ¡Y me llamo Shiva! Shiddhartha, significa: El que logra su objetivo y es el nombre de Budha, antes de su renunciación.
— ¡Bien, ese es mi Peñi querido! Anna -yo- escucha y Vos, ve en el espejo de mis caracolas lunares ¡Andeleee pues..! Logra tu objetivo, luego te contare una historia.
  Se adentraron en la catedral y el contacto de la capa nacarada con las Flamas, producía millones de chispas que repelían el fuego. Al acercarse a las víctimas, Shiva —exclamó telepáticamente.
— ¡Por la gloria de Vishnu! No se mueven ¡Están muertos... Mujer!
— ¡Ayyy, Indio de poca fe! Tus oídos están velados ¿No percibes el lamento quedo, de la bebe....?
En ese preciso momento, la cuenca del ábside de la cúpula, se estaba tronchando como una flor marchita y ocurrió lo que tenía que pasar......
Entonces Shiva, se transmuto en su animal totémico; la Serpiente, que esta vez no era la Cobra, sino la Anaconda. Su tamaño era tres veces el bebe y de sus escamas, brotaban plumas de platino.
Estel, saco una caracola grande con formas de estrella, la destapó y un pequeño resplandor anacarado, surgió de los abismos del molusco; produciendo reflejos irisados.
       Era polvo de nácar y extendió todo el contenido, sobre la piel escamosa y emplumada de Shiva, para protegerlo de las flamas. Todo esto, sucedió en menos que canta un gallo, pero para ellos, fue eterno ese momento. Después de su baño Anacarado, la anaconda se deslizó con sigilo hacía la bebe.
Cerró los ojos y se dejó llevar por Estel, cuando su lengua viperina tanteó a la pequeña. Abrió rápidamente sus fauces y la engulló por los pies. La alojó lentamente, con  suavidad maternal en el vientre de su boca. Entornó sus fauces y apenas se divisaba en ellas, las manecillas de la bebe, sujetándose en sus colmillos cartilaginosos.
Regresó al interior de la capa y se enroscó en la cintura de Estel, ésta giro sobre sí con avidez y corrió ayudada por la cola emplumada, sobre los maderos calcinados. El ábside, se derrumbó al fin, pero ellos ya estaban en el portal, cuando se desplomó la cúpula floreada, de la catedral del mar.
Cuando estuvieron a salvo Estel, tendió la capa en el suelo con las caracolas hacía abajo, a modo de patas y quedó dispuesta una cuna, con la tela negra aterciopelada como lecho ¡Bueno, Peñi! Hermano mío  —exclamó Estel—. Dame la criatura o acabaras comiéndotela, como si fuera un ternero.
La anaconda, se enroscó en una reja de la calleja y mentalmente le dijo a Estel, que tirarse; como si de un parto se tratase.
— ¡Vaya plan! —masculló ella, entre dientes—. Siempre tengo que meterme en camisas de once varas... Jijijii...  
El origen de esta frase proviene de la costumbre, al adoptar a un hijo del que será el padre. Metían a la persona a adoptar, por una manga de camisa muy amplia, de ahí lo exagerado de las once varas y lo sacaban por la cabeza. Así, querían simbolizar con ese recorrido un segundo parto.
Pues bien, vayamos a meternos en camisa de once varas. Tomó la cabecilla peluda de la nonata y tiró suavemente, mientras Shiva, provocaba contracciones y la regurgito. La chiquita, como si hubiera vuelto a nacer, lanzo su llanto de vida, a los cuatro vientos. Estel, la tomó entre sus senos generosos y le cantó una canción de cuna Mapuche, aunque invento la letra.

    — ¡Aahh...aahh...! Tata del Alma, no llores máaas          
Tu Papi nuevoo, te cuidará ¡Aahh...Aahh..naniii nanaaa!           
Duerme, Ailen Fugaz... Brasa caliente, no llores máaas         
Duérmete Tata, duerme yaaa        
Duerme mi Guagua, sueña mi amor          
Que al despertar,
tu Papi te cuidara.
La dulce renacida, abrió sus luceros acaramelados y le regalo un amago de sonrisa, junto con una pequeña carcajada. Shiva, se transformó de nuevo en su ser terrenal y se unió a las risas de ambas. Estel, le ofreció a la criaturita y sentenció.
— ¡Bueno Peñi! Ayer fue mi aniversario, ese doce de febrero de sabe Dios cuando. Pero éste, es el regalo de los Dioses para ti. Tú, buscabas acabar con tu ciclo de vidas. Pero tu rueda del Samsara, no ha echo más que empezar de nuevo. Ahora sabrás lo que es ser padre, dentro de tu virginidad... Jijijijiji...
— ¡Pe...Pero! No puede ser, yo no estoy preparado para criar a un cachorro humano. Apenas se cuidarme de mi mismo. Además, ni siquiera tengo esposa para que me ayude.
— Querido Shiva, tu destino está ahora en tus brazos serpentinos. No puedes elegir, la has parido de tu boca y le has devuelto la vida, con tu aliento ¡Mira sus ojitos! Y dime que no sientes nada por ella, que no notas su lucecita divina y azulada, que te llama con su sonrisa angelical.
Mírala con tus oídos Shiva y veras su llanto de suplica. Que te reclama, que te dice: Padre, no me abandones a la suerte del olvido, no soy de tu sangre, pero si de tu Alma. Soy hija de la madre flama y tú mi Papi salvador. Tómame o deja que muera, junto a mi Mami muerta.
— ¡Síii, Shiva! Te avise en sueños, Anna -yo-, sabía de éste posible destino. Pero has sido tú, que has seguido tus impulsos y has venido, contra viento de humo y marea de fuego, para salvarla. Hay muchos destinos, todos están escritos, pero sólo uno se elige y vos habéis decidido ser padre.
Podrías no haber venido en mi busca, hacer caso omiso de tu intuición, de tus sueños y seguramente, anna no hubiera podido salvar a tu hija y créeme si fuera así, tu alma estaría perdida. Nunca hubieras encontrado la felicidad, al menos en éste mundo artificial de los humanos. Por cierto se llama Ailen Fugaz, pero puedes llamarla Tata, es más cariñoso.
— ¡Que nombre más bello! Mira que linda es, tiene una sonrisa tan pura e inocente. Bueno, vamos al café del mar, allí daremos de comer a mi hijita que como el fénix, resurgió de las cenizas.        
Aurora, la bruja loca. Removía los escombros, buscando el milagro del renacimiento. Los maderos quedaron suspendidos en el aire y allí estaba estrellita, cubierta de algodones negros. Sus ciegos ojos de lápiz lazulí, no volverían a brillar a este lado del espejo.
Cuando renace una luz, otra se extingue y Fígaro, consumía sus últimas horas, junto a su silente amigo. Éste, le había mostrado el sendero tortuoso de las tinieblas. Rasgo el velo de sus recuerdos y le mostró su Luz. La bodega quedó iluminada, por el reflejo del teatro de su vida. Se zambullo en el lago de su memoria y se ahogo en sus desdichas y se dijo a sí mismo:
Infeliz de mi, porqué estoy aún aquí, si no quiero vivir, sólo deseo morir. Regresar a tu seno Señor, volver a ti. Llévame, allí de donde partí. Quiero estar contigo y despertar de este sueño o castigo. De esta pesadilla maldita, que me deja tan abatido.
Jesús, a ti mi alma encomiendo, porqué yo esta sociedad no la entiendo. Esta época no es mi mundo; es un sueño, una ilusión o quizás un veneno, que es bebido y digerido.
Padre nuestro, que estas dormido o quizá arrepentido de tan siniestra creación ¡Acaso estas escondido para no vernos llorar! Escucha mi lamento y dame un poquito de tu luz, así podré trepar por ella y alcanzar tu amor.
¿Porqué, quiero tanto, Jesus mío? Si no supiera amar tanto, no sufriría pero ¡Oooh, nooo! Si no supiera amar Señor, sería como ellos.
Ya esta decidido, cuando se haga la noche y con ella mi tristeza, llegara el momento de partir. Aunque sea, a un lugar desterrado en el tiempo y sin embargo no tengo miedo del olvido. Me parece haber llegado al final del camino y el abismo de la nada, espera mi vuelo eterno.
El sol llego a su cenit cuando Shiva, junto a Estel y su retoño Fugaz, llegaron al café de las artes de la barceloneta. Fígaro, escondido bajo el sombrero francés, rumiaba tras el humo de su aliento. Cual sería la mejor manera, de quitarse la vida. Shiva, observó al caballero humeante y percibió el olor a muerte; en su áurea purulenta. Sugirió a Estel, que entrara al café con la bebé, para platicar con ese alma perdida. Ella, sabedora del porvenir. Susurró en su mente:
— ¡Mi pequeño buda! Su rueda en este mundo físico, dejara de tormentar su mente. Hace años que esta muerto,  en vida, fumando su destino entre sus dedos. Pero, dale tu luz, la necesitara en el inframundo...
Hacía frío ese trece de febrero y Assis, como buen anfitrión encendió el fuego a tierra, de la sala principal. Alrededor de la chimenea, se disponían siete mesas de roble para dos personas. Así se formaba un circulo mágico, a la vera del fuego.
  Poco a poco, fueron ocupando las mesas para almorzar y conocer, a esa mujer estrambótica y la bebe Ailen Mulelo Fugaz —que significa Brasa Caliente que camina—; Ella, dormía plácidamente en su cunita de nácar, acaracolada en un sueño profundo.
Para describir mejor la situación de cada mesa, lo compararé con las agujas del reloj. Entrando por la puerta a las seis, estaba la entrada al circulo. Allí junto al fuego estaba la capa cuna y la primera mesa, a las cuatro y media de ese hipotético reloj. 
En ella estaba sentado Shiva, con Alisae del Carmen. En la segunda mesa a las tres, Hemis y Luz, contemplaban extas
iados a la criatura. A su derecha, a la una y media sería, estaban S-Huur con su esposa Rabha. A las doce, justo delante de la ventana Makdub, cuidaba de Samira, la Halcón y su hijita Zaira. 
A las diez y media, se encontraba Fígaro, con su nuevo amigo; el fantasma suicida de la bodega, que no quería perderse esa comunión de almas. A las nueve, se guarecía Azis, en la única mesa individual. Y a las siete y media, ya junto a la entrada la majestuosa Estel y Pere, el ciego ermitaño.
  Estel, después de narrar lo sucedido en las Catedral del Mar, invocó el ritual del Lectutún. Era una ceremonia, donde se imponía el nombre a un bebe.
El padrino, en este caso padrina Estel, le adjudico el nombre de Ailen Mulelo Fugaz—llamada también Boy Tata—. Ella como era su labor, ofreció como sacrificio un ternero que trajo Jesús, el mozo de cuadra del café.
Después de toda clase de cánticos, hundió un cuchillo de plata en el corazón del animal. Y su sangre lleno cuatro jarras de barro, pidió a los dos ancianos del grupo —Pere, el ciego e S-Huur, alias Dimoni—, que elevaran los cuencos al cielo, mientras ella ofrecía sus cánticos. 
Pere, el más anciano, por indicación de Estel, trazo una cruz de sangre, en la frente de Ailen y en las mejillas de la padrina. Una vez impuesto el nombre, Estel  la viajera del tiempo y sabedora de todo. Recito el linaje completo, desde el primer ancestro familiar, hasta el nombre de la bautizada. 
Y como en toda fiesta, cánticos y baile brotaron de sus almas. Jesús que no sabía hablar, pero si cantar; les delito con su música celta. Mientras Pere, su maestro tocaba el arpa. Las mujeres danzaban, como en un verjel de flores exóticas.
Como era una niña, era costumbre hacerle los agujeros en las orejas. Estel, invito a todos a que se hicieran pequeñas incisiones, en donde quisieran para así celebrar con sangre, esa primera vez derramada por la bebe.
Estel, era digna de ver; su semblante lunar reflejaba todo un poema, su Aura irradiaba Paz. Nadie dudo, que era una Maga viajera del tiempo, hembra de todas las Eras. Los deslumbró a todos con su presencia, era como la voz de la conciencia. Sin pronunciar palabras, les hablaba a todos con su mente.
Ellos, hicieron cientos de preguntas y el silencio fue toda respuesta. Tenía la sabiduría, del que dice no saber. Maga de la noche, suspiro de los días venideros; cuando hablaba, el tiempo se detenía ha escucharla. Ninfa de las Eras pasadas y Maga de la esperanza; de ese por venir del destino. Que aunque escrito, tiene su libre albedrío.
Fígaro, mientras todos bailaban y cantaban, se puso a observar como era su costumbre; recostado en una esquina, pitillo en mano, humeando su mirada. 
La pequeña Ailen, le pareció un fruto temprano, de ese invierno incierto. Sus mejillas iluminaban sus ojos y una sonrisa furtiva brotó de su semblante. Él, con una reverencia quitándose el sombrero, le ofreció su primer regalo, su pluma de escribidor y le susurro: Allí donde voy, no la necesito. Cuida bien de ella, para mi ha sido mágica. Mi salvación muchas veces, dentro de la desesperanza.
Entonces la bebe habló y el silencio se hizo en la sala. Tan solo el eco de sus voces, se escuchó por unos instantes fugaces...
En ese susurro silencioso, Zaira el poyuelo, voló hasta la cuna de Ailen Fugaz. Así, habló la niñita a través del pico de Zaira, como si fuera una cacatúa. Agradeció el regalo de Fígaro, y bendijo su alma. Le deseo buen viaje y le invito a que volviera en la noche, tras su muerte, antes de partir con el barquero del olvido.
       — Esta noche Estel, te hará una pequeña despedida, para ayudarte en tu camino tenebroso.
Eres un valiente, dentro de tu cobardía, por no querer afrontar la vida, tal y como es o tal como vos elegisteis. Pero no es mi trabajo, persuadirte de tu decisión. Tan sólo te daré unos consejos para tu viaje.




Cuando estés entre las tinieblas, vaga sólo y esconde tu luz, esa que dices no ver. Allí te darás cuenta de la magnitud de tu alma.   Recuerda, vaga en soledad y busca la belleza en la oscuridad, te aseguro que existe. Y sobre todo, aprende a amarte a ti mismo. Hasta que no te aceptes, no podrás encontrar la salida del Inframundo.  Recuerda bien, vaga sólo y guarda tu luz dentro de tu odio, así no podrán verla, los Sopladores de la Luz.
Zaira, exclamó un chirrío y ahueco el ala, sobre la cabecita de la bebé. Desde entonces, jamás se separaron ambas. Ailen, nunca pronunció palabra alguna, Zaira fue su voz y su sombra voladora. Ese día doce más uno —como dicen los supersticiosos—, que no por ello dejan de sumar trece. Renació una flor y murió un poeta.
Fígaro, por primera y última vez, derramó unas lágrimas bajo el sombrero francés, quizás por si mismo y marchó a pasear, a orillas del mediterráneo. Sus pies desnudos, sembraban sus huellas y tras el oleaje desaparecía su pasado. Sólo tenía el presente, bajo sus pies cansados. La brisa de la tarde, con su sabor salitre, penetró en sus recuerdos y evocó sus correrías, en las olas de su pasado.
Recordó su primer beso, salpicado de ilusión. Su primer baño lunar, junto a su amada Dolores. El eco de sus risas, burbujeaba en la cresta de las olas; con ese susurro quedo de la espuma del mar. Se sentó en el rompeolas y escribió sus últimos devaneos...:

Impronta solitud, me embriaga y enloquece
Borre mi pasado y tan solo recuerdo el futuro.
Que atormenta mi presente.
Entonces ¿Quién soy? Sino tengo pasado.
¿A donde voy? Si carezco de alma.
¡Oh...Impronta vida!
Que salpicas con tu ira, 
el amanecer del alba.
Revuelo de silencio
reverberan las teclas negras, del piano.
Y las blancas ronrronean...
Su lamente Etéreo.
Soy el silencio...Sí ese silencio que se esconde en ti.
El silencio, susurrante que penetra en tu alma.
Si quieres escuchar mi lamento
eres libre...Sientelo pues.
Fígaro no escribo por llenar hojas
son ellas las que llenan
y me dan vida, en esta muerte continua.
Este es mi grito silencioso
porque se que no me escucha nadie
salvo esas angelitas divinas.
Es un grito dentro del sosiego
no me escuchéis, no vale la pena.
Tan sólo escribo, para despedirme
y grito en el vacío de la nada.
Y escucho el murmullo del infinito
que me llama, me reclama en su seno.
Pero soy débil y tengo miedo
por eso me aferro en las palabras
ellas me ofrecen la tregua
esa paz de ensueños....
Escucha mi lamento pues será el último
en este frío otoño..... en este gélido destierro.

La sobremesa en el café del mar, se junto con la merienda y ésta con la cena. La fiesta fue memorable, plena de vida, las risas se unían con el baile y el roce de los cuerpos, provocaba deseos furtivos.
Hemis, acariciaba los cabellos de luz, que esa noche estaba radiante. Lucía un vestido, purpura azafrán propio de las Mil y una Noches. Bailo con descaro ante la mirada de Hemis y como una mariposa, revoloteaba a su  alrededor desprendiendo su fragancia de Rosas Makdub, abrió la ventana para que saliera Samira, a cazar su cena y un relámpago, dibujó su serpentina luz y tras ella, su rugido estremecedor. La noche se avecinaba tormentosa y el llanto de las nubes se derramó; por ese genio de las letras y desató un río, donde el barquero esperaba su alma.
La barca de piedra, flotaba como una cáscara de nuez y su estela, reflejaba todos los sueños de los vivos. El portal de la muerte, entreabrió sus brazos de mujer y el beso de su silencio; sigiloso como el susurro otoñal. Deshojaba las copas de los árboles a su paso. La natura, barría el destino en su paseo lento, pero implacable. Y su canción de cuna, mecía los sueños de los que están despiertos
Shiva, cubrió con su capa la espalda desnuda de Tivisae; que en forma de corazón, se unía con el pliegue de sus mejillas traseras. Tomó sus manos y como un pajarillo, se poso en sus dedos y le susurró estas palabras.
— Eres mi riachuelo mañanero, que refresca mi sed matutina. Dulce es, el sabor que desprende tu aliento y yo me estremezco. Tu tierna mirada, refleja una risa cantarina... Alisae, puso su dedo en los labios de Shiva, y le susurró...
—¡Shiiii, silencio, calla! No digas nada, deja que disfrute de este momento. Escucha el canto de sirenas, que aflora entre la tormenta orgullosa.
Pero la música se tornó humo, como el pitillo de Fígaro; formando las tinieblas en el amanecer de la noche y el despertar de las sombras.
Cuando Fígaro, se dirigía al café del mar, apareció un gatito un tanto extraño sin pelo. Él, como si fuera suyo lo cogió. Pero no era un gato normal, era un gato Esfinge, de cuerpo largo y estilizado: Con cuello y cola alargados, y unas orejas desproporcionadas. Su tacto, sin embargo era aterciopelado, dado que si posee una fina capa de pelaje casi invisible.
Éste era el regalo de Estel, su maullido se transformó en palabras y era Estel, quien hablaba. Te presto mi bien más preciado, Inmortal se llama y lo es. Él, te guiara en el Inframundo, allí es bien conocido y temido. Es un pasajero del tiempo como yo, pero su labor consiste en proteger a los desamparados, a los locos en su labor Mesiánica. Y tú, eres uno de ellos amigo suicida.
Llego a su habitación, dejó el escrito en la mesita y se postró en el lecho. Inmortal, ronroneó se hizo cachorro y entró en su viaje. Fígaro, tomó la garra del gato y presionó su almohadilla, y como si fuera navaja se desgarro la sien. Así, quedaron unidas ambas almas y surcaron el umbral, en busca del barquero.
Pero antes, se detuvo en la sala donde la fiesta, parecía que acababa de empezar. El claro de luna, reflejo su luz sobre el piano y la música, de réquiem por el ánima inmortal, inundo la sala. El fuego se disipó y de su humo, surgió la silueta de fígaro, con el gato al hombro. No dijo nada, no hacía falta, su sonrisa lo decía todo, por fin, se le veía feliz. Todos se despidieron, con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios.
— Antes de irte amigo —exclamó Estel— Te diré que tu entierro será multitudinario, serás el primer suicida de este país, que será sepultado en tierra santa. Y te recitare el poema que leerá en tu entierro tu amigo; eso le dará fama a tu discípulo el joven poeta, José Zorrilla ¡Como ves, de algo servirá tu muerte!:  

Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedio del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Acabó su misión sobre la tierra, 
y dejó su existencia carcomida, 
como una virgen al placer 
perdida cuelga 
el profano velo en el altar.

Miró en el tiempo el porvenir vacío, 
vacío ya de ensueños y de gloria,


El amanecer, iba disipando el brillo de las estrellas, pero un nuevo cometa brillara por siempre, en el mundo de las letras..... Y si observamos bien, podremos leer en su estela, su último escrito y el humo de su pitillo sombreado....
La fiesta siguió su cauce, si cabe más alegre que antes. Hemis, se acercó a Estel y recibió su respuesta antes de pronunciarla.
— ¿Tú viaje a Jinas? Eso te preocupa, pero no puedo decirte; lo que no quieres escuchar, amigo.
— Tienes razón, prefiero ignorar mi destino será más fácil. Pero, cuéntanos algo del futuro ¿Como será...?
— ¡El futuro! ¿Que futuro? ¿Que de seguir así, llegaremos a la luna?, que extinguiremos especies, que querremos ser dioses. No hay futuro Hemis, sin un presente  y el libre albedrío nos llevara a nuestro destino.
— ¡Pero no te pongás filosófico, queriido! —objetó, Luz— Bailemos y goçemos del amor. Juntos, desabrocharemos la mañana y viviremos nuestro futuro.
Estel, depositó sus manos en la barriga de luz y sentenció. Tú futuro esta dentro de ti ¿No lo sientes? Luz se estremeció y miró fugazmente a Hemis. Que para variar, no se había enterado de nada y sonreía como un bobo.
Luz, guardaba su secreto y le pidió a Etel —como ella, la llamaba—, que no lo revelara. Todo quedó pues, en un dolor de barriga y un no desabrochar la mañana.
Aún no he podido adivinar ¡Porqué quiere guardar el secreto Luz! Pero estoy seguro que pronto sabremos el motivo. El amanecer, va disipando el brillo de las estrellas, pero un nuevo cometa  brillara por siempre, en el mundo de las letras..... Y si observamos bien, podremos leer en su estela, su último escrito  y el humo de su pitillo sombreado....
                             

viernes, 19 de abril de 2013

Cap 10: La Luna XVIII




       Pero la luna, refleja una historia paralela cerca del café de las artes. Donde tres encapuchadas, llegaron al cruce de caminos, cerca del rompeolas.
       Las hogueras de ramas de serbal, pronto flamearan en el horizonte -se decían entre si-. Estrellita, la bruja ciega, recordaba las palabras de Fugaz, la bebé azul: El mago de las estrellas, llegará en esos tres días y media; de Luna Negra
— ¡Nuestra hijita! Que valiente fue al entrar en el espejo del inframundo -susurró Aurora, la bruja Loca, madre de estrellita.
— ¡Por todas las lechuzas! Ya no recuerdo esa historia, de fugaz, la bebé azul -cacareó Asisa, la bruja Mulata.
— Claro que no, Negrita. Tu estabas en el inframundo con tu amante, ese fauno pervertido; cuando te colaste por el espejo. Fugaz partió para salvarte. Eso si lo recuerdas ¿Nooo?...
— ¡Calla bruja Loca! No me recuerdes a ese Diablillo. Todo un año luz bisiesto, me pase escuchando sus poemas y huyendo de su... Bueno ese juego era divertido jijijiji.
— ¡Basta de bobada, Bruja loca! -estallo estrellita, regañándolas- Ya eres mayorcita madre, para ir pinchando con tu lengua viperina. Asisa, no es culpable de su destino. Tenemos que prepararnos para la llegada del Mago Azul, el libro charlatán así lo canta...
Estrellita, abrió el libro del Eco. Deslizó sus dedos por la tinta azul y se escucharon, las palabras escritas:
Una llave, abrirá la puerta del corazón tras el espejo y la otra, sellará la cripta del inframundo. Ambas puertas son iguales, como lo son la llaves. Nuestro mundo, viaja a través  de los espejos, siempre dos. Uno surca las galaxias, el otro la frontera de la nada. Ambos, llevan al mismo lugar el jardín de la creación. La dificultad esta en recorrerlos.
Cada año Luz bisiesto, un cometa de cigüeñas, surca los planetas habitados y dejan los bebes azules.  Hijos de la luz y la oscuridad ¿Para qué? Eso... Sigue siendo un misterio, para vuestra mente finita. Cuida bien de Fugaz y si le salen las alas, déjala volar. Pero si no, abre el cristal del inframundo. El Fauno y Trencitas, guiaran su camino.
— Me engañaste, Estrellita -bramó Aurora-. Tu sabías que fugaz, tenía alas ¿Porqué la dejaste ir?
— Ya te lo dije madre: Así lo quiso ella, era su destino. Y como me dijeron, una prueba de mi amor. Cada cual, debe seguir sus instintos, aunque estos parezcan siniestros y prohibidos...
— Pero ¿Qué prueba de amor es esa, hija?
— Eso mismo pregunte yo, sentada en el jardín y un Jazmín risueño y cantarín, me contestó: La prueba del verdadero amor, es dejarlo ser feliz, libre...
— ¡Por las trenzas del fauno! ¿Pero que diablos pasó, con la bebé azul? -Esputo colérica Asisa, la bruja Mulata.
— ¿Te imaginas al fauno con trenzas? Jijiji -estalló de risa la bruja loca- Ummm.. Estaría bien esa fantasía...
— Fugaz, nació un 31 de febrero -susurró Estrellita, la bruja ciega-, era un bebé radiante; de un azul Celeste, con un toque fluorescente ¡Como había nacido! Era un misterio de la creación. Escuché su llanto etéreo, baje las escaleras y veía los peldaños ¡Podéis creerlo, brujitas!, el pasillo era una larga perspectiva oscura, con fondo azul celeste.
Al llegar al comedor, tropecé con el libro del Eco y un olor a margaritas, me llevaron hasta la bebé azul. La acuné en mis brazos, su energía celestre penetró en mis senos. Sentí el fluir del calostro, por mis venas mamarias y el silencio de la bebé, dejó muda la noche de las cigüeñas.
Acaricié la portada del libro. Fue todo tan rápido, por eso le puse Fugaz. Como podéis ver, hay un dibujo en relieve ¡Ésta lapida! Con fecha 31 de febrero del año de 1869.
— ¡Si encontramos esa tumba, yo me cago patas abajo..! -rebuznó con sorna, Asisa. Tocando su pata de conejo- ¿Y ese John?¿Quién carajo es..?
— ¡Eso tenemos que descubrir, Negrita! A ver si crees, que estamos aquí de aquelarre, por gusto monada ¡Además, platicábamos de la bebé fugaz! -bajó el tono de voz y sus lágrimas brotaron tímidamente sobre la faz de Estrellita.
Todavía recuerdo, esa energía azulada. Ese cosquilleo ruborizante, eléctrico y hechicero. Cuando me vi en el espejo ¡No podía creerlo! Mis canas, poco a poco, empezaron a tornarse pelirrojas. Las bellas facciones de antaño, retornaron suavemente a mi rostro marchito.
  Fue milagroso, entonces Fugaz, me ofreció su mejor sonrisa y barrió ese cáncer, que estaba pudriendo mis entrañas ¡Te acuerdas, verdad, Estrellita! Tu lo viste, tras los ojos de cristal hijita. Nos miramos, como una primera vez ¡Parecíamos hermanas! Te convertiste en una mujer y yo regrese a mis años de gloria.
Fugaz, creció a la velocidad de un cometa. Hermosa, como luna celerada -azulada- y lista como el silencio. Pero sus alas, no se veían crecer. Llego el día del cometa, los dos espejos empezaron a parpadear; el olor de las margaritas, inundo la estancia y un escalofrío tibio y siniestro, penetró en nosotras.
        Recuerdo vuestro abrazo entre lágrimas, mientras abría el portal del inframundo. Allí, surgió el barquero junto al fauno. La marea de las sombras, estaba creciendo. Cerré el portal temerosa de esas almas, no sin antes observar, como se despedía Fugaz, extendiendo sus alas de cristal... El espejo dejó de parpadear y allí amaneciste tu ¡La bruja Negra; alcahueta de ese fauno promiscuo!...
— ¡Vale ya, madre! No empieces con tus monsergas. Y haz una fogata celeste. Esa que cuenta el libro del eco, para reclamar el estado cósmico, de la divinidad de Don -dios hindú de la muerte-. Y tu, Asisa, moreneta linda. Sacrifica el jabato para el ritual, mientras yo preparo los espejos y las calabazas.
Estrellita, la brujita ciega. Distribuyo los nabos y las calabazas, con las espurnas celestes de la fogata, en los robles de los 4 caminos; que nacían y morían en la encrucijada del rompeolas, cerca del cementerio. Aquello era un panorama Dantesco. Altos cipreses, ululaban al viento; como sombras fantasmales. En aquella noche de luna negra, luna fuera de curso. Momento propicio, antes de la luna nueva; para la meditación y el descanso.
Barrió con su escoba purificadora, las hojas y guijarros de los cuatro caminos, hasta las calabazas; situadas a treces pasos, de cada sendero. Dibujo cuatro flechas de sal, en el centro de ellos, señalando la encrucijada. Luego formó un circulo de azufre, rodeando la fogata y el altar. Se acercó junto al caldero, arrojó la escoba de tejo al fuego azul, se desnudo y deposito las prendas, en las brasas; transparentes como el hielo.
Aurora, la bruja loca, arropó con su capa de plumas, el cuerpecillo nacarado y tembloroso de Estrellita. Asisa, la brujita negra, refregó el cuerpo de ésta, con sus blancas manos; con una mezcla de sal, tulipanes, rosas y pensamientos. Mientras brujita la ciega, se ponía su ojos de cristal; lapislázuli.
Miró el burbujeante caldero y el vapor, se transformo en llamas. Un Arco iris de flamas chispeantes y mágicas. Meditaron acerca de la muerte, la mensajera de los destinos. Todo ciclo muere y renace, así renombraron a sus ancestro. Quemaron los malos pensamientos, escritos con sangre en los papiros. Levantaron sus baritas: ¡Azul, verde y rojo! Implorando:

¡Oh... Noche, de Luna Negra!
Refleja al Dios Sol, en tus entrañas.
Deja un eterno verano, en tu camino
sobre la tierra.
Alabamos el paso, de los que partieron.
Y los que irán después..

¡Oh... Madre! Triple Diosa.
Das nacimiento, a los caídos.
Guía el vuelo, de nuestras escobas
y no dejes, que caigamos en los abismos.
Esperaremos tu Luna Nueva,
estos tres días, que restan y...
Cambiaremos nuestras monedas de plata.

¡Aleshores! ¡Entonces!
Pagaremos el pasaje, al barquero.
Mutando energías revertidas
¡Luz y oscuridad! El ¡Bien y el mal!
¡De muerte a nacimiento!

Cada una untó de aceite de pachulí, una vela blanca: Desde el centro a los extremos y proclamaron: ¡Consagramos estas velas, para que de luz, a los espíritus azules! Las pusieron en las calabazas y prendieron con sus fósforos de tejo, dejándolas en el altar. Y así, empezó el banquete.
Iban dejando, los pedazos más exquisitos de las vísceras, en un plato junto a su calabaza. Pues, las almas de los difuntos no tienen dientes; como sus esqueletos dormidos. Ofrecieron pues, la comida en honor a sus ancestros celestes: En su camino en las tierras, del eterno verano.
— ¿Habéis oído ese zumbido; largo y fijo? -rumoreo Estrellita, escudriñando con su mirada cristalina, al Este.
— Más bien, parece un llanto ¡Ievavá! -matizo Aurora.
— Es el sonido del Shofar; que se asemeja al llanto -ilustró, Asisa- En el desierto, allá donde nací; lo usan desde la época de los tiempos los nómadas. Es un cuerno de un animal limpio y puro como el de carnero. Se utiliza en varias fiestas solemnes de Yahweh, así como en algunos servicios religiosos cristianos.Este instrumento de viento es uno de los más antiguos conocidos por el hombre, usado por loshebreos desde hace más de 3.000 años. Según la creencia, algunas comunidades acostumbran a producir un sonido largo final para confundir a Satanás (Ángel del Mal). Los sonidos son repeticiones de tres sonidos básicos conocidos como: Tekia (un solo soplo largo), Shevarim (tres soplos medianos) y Terua (nueve soplos cortos).
Entrelazaron sus manos y siguieron la mirada lazulí y vaporosa, de la brujita ciega; que traspasaba los limites de las sombras. Y como un rayo celeste, iluminó la figura de un caballo blanco. Más allá, de la calabaza del sendero del Este.
       — ¿Será Santiago...? -bromeo nerviosa Asisa, rompiendo el llanto del Shofar.
       — ¡Shiiip... Calla negrita! Lancemos el hechizo de la lechuza -gritó la brujita loca.
       — ¡Silencio, las dooos! No podemos formular hechizos, con esta luna negra ¡Ya lo sabéis! Si le asusta la calabaza, se ira rápido. Por miedo a las brujas jjijii -y las risas estridentes y grotescas, brotaron electrizantes-. De todas formas, no podrá pasar el circulo.
El caballero bajó del jumento y lo despidió con un azote y un ¡Gracias Santiagooooo! Se dirigió hacia el altar, donde seguían riendo y gritando, las temblorosas embrujadas. Paro frente al circulo y saludó.
— ¡Duniania, oesmasafia! En esta luna negra, que cobija nuestros pensamientos y nos invita a meditar, compartiendo nuestros destinos. Esperando que la luna nueva, realice aquello que comienza; tras el espejo del inframundo.
— ¡Ningún problema, la vida es bella! -saludó Asisa, poniendo su mano en el pecho- ¿Sois Jhon, verdad? El de la lapida, en el libro del eco.
 — ¡Así es, Querida, Asisa! Pero mi nombre es Johnhaag,  pero aquí, en estas tierras catalanas, me llaman Joan. Sin embargo, el escultor de la obra, era irlandés de ahí el jhon.
— ¡Entiendo, Joan! -replicó la brujita loca- ¡Entonces! ¿Éstas muerto?...
— ¡Tanto como muerto... No! Digamos que voy de viaje, junto a la eternidad. El viejo barquero, ya expió sus pecados y merece cambiar de espejo. El del amor y la creación de los mundos. Si todo va bien, ira en otra barca; el cometa de las cigüeñas.
— ¿Sabéis Vos, el destino de Fugaz? -susurró haciendo una reverencia, con las dos manos en el corazón.
— ¡No puedo decirte, lo que quieres oír, Estrellita! Fugaz, tiene su destino y paralelo al mio. Mi lengua, no puede decir más, pero mis oídos, pueden escucharte y en los silencios, encontraras algunas respuestas.
— ¡Quedan natillas de caramelo! -canturreó la brujita loca, con nervios- ¡Y las manzanas de chocolate..! Sentémonos al fuego Joan. Abramos el circulo brujitas...
Los tres días y medio de luna negra, pasaron fugazmente. El cometa de las cigüeñas, ya se veía en el horizonte. Estrellita, barría los cuatro caminos de nuevo con lágrimas perladas. Aurora, ya había dispuesto el altar, con sus cinco platos y Asisa, bueno... Ella estaba hechizada por el barquero.
El caldero, parecía una locomotora. Las ave nocturnas ululaban al viento. Johnhaag el barquero, hizo llorar el Shofar... ¡Ievavá! ¡Ievavá! ¡Ievaváááá! Las brujitas, danzaban en circulo. Desnudas, con todo su cuerpo tatuado con genna.
   Estrellita, portaba el símbolo de la tierra en su espalda. Sus ojos azules, resaltaban en su verdor.

Asisa, portadora de fuego. Mujer salvaje y
caliente, renacida con el viento.
Aurora, fuente de vida. Torrente purificador eterno.

Y el Aire, que todo lo arrastra. Representado por Johnhaag el barquero. Los elementos fusionados, bajo la luna nueva. Tras el canto del Shofar, el silencio de los espejos... Empezaron a brillar.
— ¡Por todas las ratas muertas! Parece que me miró un tuerto ¡No encuentro la llave, del espejo de la creación! -refunfuñó Aurora.
— No te preocupes, el espejo del amor. No necesita llave -insinuó el barquero, mirando la brujita morena. Dame la llave del inframundo, yo la cerraré esta vez por dentro.
Asisa, voló en su escoba como una exhalación y cogió la llave. Había decidido, seguir los impulsos del amor. Hasta el mismo infierno, si fuera menester.
La tierra tembló y junto al altar, brotó la tumba de  Johnhaag, entre las entrañas; como un Icebert. Un Humos, espeso y purulento, emanó del sepulcro. Alzaron la varitas y sonó tenebroso el shofar. Las notas atravesaron los espejos y las almas en pena; como ratas tras Hamelín, fueron tras él.
El viejo barquero, llego sólo. Arrojó las almas, a los confines y siguió el canto de las cigüeñas. La nueva pareja de barqueros, cerró el portal y todo quedo en silencio.
El más triste de los silencios ¡La desesperanza! Madre e hija, montaron en sus escobas y regresaron a la cabaña. La luna creciente, brotaba de las sombras y un sonido agudo, rompió la velocidad del silencio ¡Ievaváááá! ¡Ievaváááá! ¡Ievaváááá!
 — ¿Qué raro suena ese Shofar?
 — ¡No es el Shofar, Madre! ¡Es Fugaz, mi bebé azul!
Las dos encapuchadas, llegaron a la caballa, mientras las hogueras de ramas de serbal, flameaban en el horizonte
Y mientras tanto, allí estaba Oscuridad... Clara, era su nombre terrenal; su pobre madre, quiso equilibrar las sombras negras de su corazón, dando luz con ese nombre.
      Y clara en palabras lo era, pero con su lengua viperina y mezquina: Era capaz de cualquier cosa, hasta de matar a su propio hijo en su vientre, por egoísmo. Sibilina, macabra y presuntuosa. Más mortal, que la bella muerte. Sus conjuros y maldiciones, harían arder la catedral del mar. Quería matar a toda costa a Fugaz, la bebé azul.
Llego con paso sombrío, dejando huellas de muerte, ese atardecer de fuego. Vestía como una abuela, con su paraguas volador y su paso mortecino; pero su semblante y verborrea, engañaban al más sabio u loco.
El olor de las fogatas, se mezclaba con los copos de algodón. Y como nubes terrestres, abrazaban el camino de cenizas. A cada paso, tras ir recogiendo los copos blancos. Introducía una chispa negra, de fuego en su interior y la hacía volar hasta sus destinos.
       Por la chimenea de las embrujadas, empezaron a caer los fuegos fatuos de Clara, con toda su oscuridad flameante. Ellas, abrazadas a Fugaz, lloraron de alegría. Pero la bebe azul, lloraba de pena, el más triste de los llantos: El de la muerte de una madre.
 — ¡Vamos a la iglesia del mar! La bruja Estel, nos reclama -exclamó Estrellita la ciega.
 — ¡Esa bruja, mensajera de los tiempos! Siempre trae mal agüero, esa presuntuosa caracolada. Y por lo que veo, Clara Oscuridad, ha llegado también del cruce de caminos ¡Mira su magia negra, tras esos copos blancos!
 — ¡Oh... Esto es horrible! Viene por Fugaz, marchemos rapidoooo...
  Llegaron a la catedral del mar, aquello era un hervidero de gentes. Danzando alrededor de las fogatas, como poseídos por el fuego; ignorando el desastre.
Entretanto, entraron en la iglesia. El sonido del silencio, les invito a descansar. La brujita loca, dejo la bebé azul a Estrellita, para ir a buscar a la mensajera, Estel. Tras las vidrieras, podía divisar el resplandor de las fogatas, o eso creía ella. Porque realmente, el fuego fatuo de Clara, había echo nido en el ábside de la capilla.
Muy cerca, desde el café del mar, se pudo ver ese resplandor luminoso, que entro por la ventana. Inundando el café, de un humo de mirra, lana y madera santa. Hemis despertó de su viaje y Shiva, se dirigió a la ventana. Por Buda  —exclamó— Parece que el infierno, esta devorando la iglesia...
Shiva, acabó de espabilar a Hemis, de su viaje Astral y le pidió que avisara a los demás. Él, ni corto ni perezoso, salto por la ventana y corrió como un felino, en busca de la catedral del Mar. Fue un impulso instintivo, y a medida avanzaba, iba recordando un viejo sueño.
  Al llegar junto a la catedral, el paisaje era dantesco. El fuego devoraba las piedras del campanario y el humo, como una boira infernal impregnaba las callejuelas; con su manto mortecino. La muchedumbre encabritada, como si fuera un Correfoc de Bous Embolats —un corre fuego de toros embolado, con las astas ardiendo. Fiesta típica de catalunya, aunque es una vergüenza para éste pobre narrador.
Corrían pues, en estampida hacía el mar, al contrario de Shiva, que tenía que navegar contra la plebe de esa marea semi-humana. Mientras, su mente seguía recibiendo retazos del sueño.
Al llegar cerca del portal, observó entre la niebla negra, una silueta que parecía de mujer. Portaba una enorme capa; recubierta de caracolas marinas. La mujer, iba derecha a la boca del lobo de fuego y Shiva grito a todo pulmón ¡Señoraaaa!
Ella, se detuvo y clavo sus ojazos indígenas y salvajes en él... Shiva, se sintió algo intimidado, pero no dejo de correr hacía ella; como atraído por un imán. Al acercarse pudo ver la enorme capa negra, recubierta toda ella por caracolas diversas. Pensó que aquella mujer, no estaba en sus cabales y con su sonrisa bondadosa, le tendió la mano.
Ella, volteó la capa en torno de ambos y le objetó. Pensé que no llegarías nunca Shidharta ¡Pero... Vamos! Tenemos que salvar a la niñita y necesito de tu ayuda.
Shiva, como buen budista. No dijo lo que su boca quería preguntar, ni vio el infierno de llamas; que reflejaban aquellos ojos vivarachos. Entonces, Shiva le susurró al oído, cobijándose dentro del armazón marino ¿Eres real o estoy soñando despierto?
— ¡Ahora no es tiempo de preguntas! Es hora de actuar. Las respuestas vendrán solas en el futuro.
La verdad es que Shiva, había vivido esa escena en sueños y esa mujer, aparecía en su visión como una estrella fugaz, resurgiendo de las aguas pantanosas, cual flor de loto; conduciéndole al infierno. Él, analizando ingenuamente su sueño, pensó que era la mensajera de la bella muerte. Sí, era mensajera, pero no de la muerte como Assis, era una viajera que a través de los tiempos, portaba su Luz clarividente.
Shiva la observó desconcertado y pudo ratificar que era la mujer, con la que había soñado. Dentro de la gran capa, se veía como si fuera luna llena: En aquella tarde soleada de fuego, del trece de febrero, de mil ochocientos treinta y siete. De triste memoria para las letras; por la muerte, de un escribidor de las sombras, Fígaro; alías Larra o al revés
Ella, lo miró con aquello ojazos achinados, que hablaban sin pestañear y su sonrisa aniñada, brillaba con picardía; como una hembra en celo. Entonces, Shiva escuchó dentro de su cabeza, la voz melodiosa de aquella mujer radiante.
No puede ser, se dijo a si mismo ¿Me esta hablando o estoy delirando? No seas ingenuo Peñi —hermano en Mapuche—. Pues claro que te hablo, indio de la India ¿No querrás que abra la boca, para que se llene de humo…?
  Aquella mujer de luto riguroso, representaba con su capa caracolada: El duelo por los pueblos oprimidos, bajo el yugo del viejo mundo. Se hacía llamar, Estel -cometa en catalán- y su atracción lunar reflejaba un Ser sin fondo, llena de matices. Ella, solía decir que era una ciénaga de sabiduría, que poseía todos los símbolos de los Dioses, de todas las etnias Mapuches: Abipones, Guaraníes, Mocovíes, Pilagás, wichis y un largo etc de tribus que se pierden en la memoria.
La raza Mapuche, cree en la unión del mundo espiritual con el mundo real, como los Celtas. Su culto a los espíritus de la natura —Ngen— y la relación del pueblo Mapuche con la Madre Tierra —Ñuke Mapu— era su base principal, antes de la influencia cristiana. Son gente de la tierra, como indica su nombre.
Estel la cometa, como mensajera de los tiempos. Poseía los tesoros desde el alba de la humanidad y del por venir. Es hembra matriz, de todos los seres puros y como un corazón plateado, brilla en las sombras. Y en esas tinieblas, donde los seres malignos, como Clara, con su Oscuridad; acechan tras las chispas de la conciencia humana y de esa locura, de algunos privilegiados. De la soledad caliente, del delirio frío y ese silencio lacerante, que se llama poesía o desvarío.
Había aprendido que para Ser ella misma, tenía que ir ahí donde no estaba. Después de tantos siglos de existencia, había caído cada vez más hondo. Se encontró, cayendo en la nada, hacía ningún lugar. Pero al final Estel ¡La Oscura! Como así la llamaba Clara, su hermana. Dejó de serlo y sus labios pequeños pero carnosos, contenían la sed de este mundo.
Su Luz interior, era ardiente de reflejo helado, no era creadora de vida. Sino, alumbradora de almas perdidas. Quien recibía su resplandor, conocía aquello que Es... Y entorno a su claridad, el santo era santo, el loco es loco -Bufali Foll (árabe, ingles)- y el ángel podría ser un demonio.
— ¡Arreando, Shiddhartha! Tenemos que cruzar el portal y dirigirnos a la cripta ¿Es que no oyes el llanto de la niñita? ¡Por el Jesús de las palomas! Que sordos sois los hombres, en la oscuridad.