SHELMA T´astimu

SHELMA T´astimu
T´ASTIMU FILLA

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viernes, 19 de abril de 2013

Cap 10: La Luna XVIII




       Pero la luna, refleja una historia paralela cerca del café de las artes. Donde tres encapuchadas, llegaron al cruce de caminos, cerca del rompeolas.
       Las hogueras de ramas de serbal, pronto flamearan en el horizonte -se decían entre si-. Estrellita, la bruja ciega, recordaba las palabras de Fugaz, la bebé azul: El mago de las estrellas, llegará en esos tres días y media; de Luna Negra
— ¡Nuestra hijita! Que valiente fue al entrar en el espejo del inframundo -susurró Aurora, la bruja Loca, madre de estrellita.
— ¡Por todas las lechuzas! Ya no recuerdo esa historia, de fugaz, la bebé azul -cacareó Asisa, la bruja Mulata.
— Claro que no, Negrita. Tu estabas en el inframundo con tu amante, ese fauno pervertido; cuando te colaste por el espejo. Fugaz partió para salvarte. Eso si lo recuerdas ¿Nooo?...
— ¡Calla bruja Loca! No me recuerdes a ese Diablillo. Todo un año luz bisiesto, me pase escuchando sus poemas y huyendo de su... Bueno ese juego era divertido jijijiji.
— ¡Basta de bobada, Bruja loca! -estallo estrellita, regañándolas- Ya eres mayorcita madre, para ir pinchando con tu lengua viperina. Asisa, no es culpable de su destino. Tenemos que prepararnos para la llegada del Mago Azul, el libro charlatán así lo canta...
Estrellita, abrió el libro del Eco. Deslizó sus dedos por la tinta azul y se escucharon, las palabras escritas:
Una llave, abrirá la puerta del corazón tras el espejo y la otra, sellará la cripta del inframundo. Ambas puertas son iguales, como lo son la llaves. Nuestro mundo, viaja a través  de los espejos, siempre dos. Uno surca las galaxias, el otro la frontera de la nada. Ambos, llevan al mismo lugar el jardín de la creación. La dificultad esta en recorrerlos.
Cada año Luz bisiesto, un cometa de cigüeñas, surca los planetas habitados y dejan los bebes azules.  Hijos de la luz y la oscuridad ¿Para qué? Eso... Sigue siendo un misterio, para vuestra mente finita. Cuida bien de Fugaz y si le salen las alas, déjala volar. Pero si no, abre el cristal del inframundo. El Fauno y Trencitas, guiaran su camino.
— Me engañaste, Estrellita -bramó Aurora-. Tu sabías que fugaz, tenía alas ¿Porqué la dejaste ir?
— Ya te lo dije madre: Así lo quiso ella, era su destino. Y como me dijeron, una prueba de mi amor. Cada cual, debe seguir sus instintos, aunque estos parezcan siniestros y prohibidos...
— Pero ¿Qué prueba de amor es esa, hija?
— Eso mismo pregunte yo, sentada en el jardín y un Jazmín risueño y cantarín, me contestó: La prueba del verdadero amor, es dejarlo ser feliz, libre...
— ¡Por las trenzas del fauno! ¿Pero que diablos pasó, con la bebé azul? -Esputo colérica Asisa, la bruja Mulata.
— ¿Te imaginas al fauno con trenzas? Jijiji -estalló de risa la bruja loca- Ummm.. Estaría bien esa fantasía...
— Fugaz, nació un 31 de febrero -susurró Estrellita, la bruja ciega-, era un bebé radiante; de un azul Celeste, con un toque fluorescente ¡Como había nacido! Era un misterio de la creación. Escuché su llanto etéreo, baje las escaleras y veía los peldaños ¡Podéis creerlo, brujitas!, el pasillo era una larga perspectiva oscura, con fondo azul celeste.
Al llegar al comedor, tropecé con el libro del Eco y un olor a margaritas, me llevaron hasta la bebé azul. La acuné en mis brazos, su energía celestre penetró en mis senos. Sentí el fluir del calostro, por mis venas mamarias y el silencio de la bebé, dejó muda la noche de las cigüeñas.
Acaricié la portada del libro. Fue todo tan rápido, por eso le puse Fugaz. Como podéis ver, hay un dibujo en relieve ¡Ésta lapida! Con fecha 31 de febrero del año de 1869.
— ¡Si encontramos esa tumba, yo me cago patas abajo..! -rebuznó con sorna, Asisa. Tocando su pata de conejo- ¿Y ese John?¿Quién carajo es..?
— ¡Eso tenemos que descubrir, Negrita! A ver si crees, que estamos aquí de aquelarre, por gusto monada ¡Además, platicábamos de la bebé fugaz! -bajó el tono de voz y sus lágrimas brotaron tímidamente sobre la faz de Estrellita.
Todavía recuerdo, esa energía azulada. Ese cosquilleo ruborizante, eléctrico y hechicero. Cuando me vi en el espejo ¡No podía creerlo! Mis canas, poco a poco, empezaron a tornarse pelirrojas. Las bellas facciones de antaño, retornaron suavemente a mi rostro marchito.
  Fue milagroso, entonces Fugaz, me ofreció su mejor sonrisa y barrió ese cáncer, que estaba pudriendo mis entrañas ¡Te acuerdas, verdad, Estrellita! Tu lo viste, tras los ojos de cristal hijita. Nos miramos, como una primera vez ¡Parecíamos hermanas! Te convertiste en una mujer y yo regrese a mis años de gloria.
Fugaz, creció a la velocidad de un cometa. Hermosa, como luna celerada -azulada- y lista como el silencio. Pero sus alas, no se veían crecer. Llego el día del cometa, los dos espejos empezaron a parpadear; el olor de las margaritas, inundo la estancia y un escalofrío tibio y siniestro, penetró en nosotras.
        Recuerdo vuestro abrazo entre lágrimas, mientras abría el portal del inframundo. Allí, surgió el barquero junto al fauno. La marea de las sombras, estaba creciendo. Cerré el portal temerosa de esas almas, no sin antes observar, como se despedía Fugaz, extendiendo sus alas de cristal... El espejo dejó de parpadear y allí amaneciste tu ¡La bruja Negra; alcahueta de ese fauno promiscuo!...
— ¡Vale ya, madre! No empieces con tus monsergas. Y haz una fogata celeste. Esa que cuenta el libro del eco, para reclamar el estado cósmico, de la divinidad de Don -dios hindú de la muerte-. Y tu, Asisa, moreneta linda. Sacrifica el jabato para el ritual, mientras yo preparo los espejos y las calabazas.
Estrellita, la brujita ciega. Distribuyo los nabos y las calabazas, con las espurnas celestes de la fogata, en los robles de los 4 caminos; que nacían y morían en la encrucijada del rompeolas, cerca del cementerio. Aquello era un panorama Dantesco. Altos cipreses, ululaban al viento; como sombras fantasmales. En aquella noche de luna negra, luna fuera de curso. Momento propicio, antes de la luna nueva; para la meditación y el descanso.
Barrió con su escoba purificadora, las hojas y guijarros de los cuatro caminos, hasta las calabazas; situadas a treces pasos, de cada sendero. Dibujo cuatro flechas de sal, en el centro de ellos, señalando la encrucijada. Luego formó un circulo de azufre, rodeando la fogata y el altar. Se acercó junto al caldero, arrojó la escoba de tejo al fuego azul, se desnudo y deposito las prendas, en las brasas; transparentes como el hielo.
Aurora, la bruja loca, arropó con su capa de plumas, el cuerpecillo nacarado y tembloroso de Estrellita. Asisa, la brujita negra, refregó el cuerpo de ésta, con sus blancas manos; con una mezcla de sal, tulipanes, rosas y pensamientos. Mientras brujita la ciega, se ponía su ojos de cristal; lapislázuli.
Miró el burbujeante caldero y el vapor, se transformo en llamas. Un Arco iris de flamas chispeantes y mágicas. Meditaron acerca de la muerte, la mensajera de los destinos. Todo ciclo muere y renace, así renombraron a sus ancestro. Quemaron los malos pensamientos, escritos con sangre en los papiros. Levantaron sus baritas: ¡Azul, verde y rojo! Implorando:

¡Oh... Noche, de Luna Negra!
Refleja al Dios Sol, en tus entrañas.
Deja un eterno verano, en tu camino
sobre la tierra.
Alabamos el paso, de los que partieron.
Y los que irán después..

¡Oh... Madre! Triple Diosa.
Das nacimiento, a los caídos.
Guía el vuelo, de nuestras escobas
y no dejes, que caigamos en los abismos.
Esperaremos tu Luna Nueva,
estos tres días, que restan y...
Cambiaremos nuestras monedas de plata.

¡Aleshores! ¡Entonces!
Pagaremos el pasaje, al barquero.
Mutando energías revertidas
¡Luz y oscuridad! El ¡Bien y el mal!
¡De muerte a nacimiento!

Cada una untó de aceite de pachulí, una vela blanca: Desde el centro a los extremos y proclamaron: ¡Consagramos estas velas, para que de luz, a los espíritus azules! Las pusieron en las calabazas y prendieron con sus fósforos de tejo, dejándolas en el altar. Y así, empezó el banquete.
Iban dejando, los pedazos más exquisitos de las vísceras, en un plato junto a su calabaza. Pues, las almas de los difuntos no tienen dientes; como sus esqueletos dormidos. Ofrecieron pues, la comida en honor a sus ancestros celestes: En su camino en las tierras, del eterno verano.
— ¿Habéis oído ese zumbido; largo y fijo? -rumoreo Estrellita, escudriñando con su mirada cristalina, al Este.
— Más bien, parece un llanto ¡Ievavá! -matizo Aurora.
— Es el sonido del Shofar; que se asemeja al llanto -ilustró, Asisa- En el desierto, allá donde nací; lo usan desde la época de los tiempos los nómadas. Es un cuerno de un animal limpio y puro como el de carnero. Se utiliza en varias fiestas solemnes de Yahweh, así como en algunos servicios religiosos cristianos.Este instrumento de viento es uno de los más antiguos conocidos por el hombre, usado por loshebreos desde hace más de 3.000 años. Según la creencia, algunas comunidades acostumbran a producir un sonido largo final para confundir a Satanás (Ángel del Mal). Los sonidos son repeticiones de tres sonidos básicos conocidos como: Tekia (un solo soplo largo), Shevarim (tres soplos medianos) y Terua (nueve soplos cortos).
Entrelazaron sus manos y siguieron la mirada lazulí y vaporosa, de la brujita ciega; que traspasaba los limites de las sombras. Y como un rayo celeste, iluminó la figura de un caballo blanco. Más allá, de la calabaza del sendero del Este.
       — ¿Será Santiago...? -bromeo nerviosa Asisa, rompiendo el llanto del Shofar.
       — ¡Shiiip... Calla negrita! Lancemos el hechizo de la lechuza -gritó la brujita loca.
       — ¡Silencio, las dooos! No podemos formular hechizos, con esta luna negra ¡Ya lo sabéis! Si le asusta la calabaza, se ira rápido. Por miedo a las brujas jjijii -y las risas estridentes y grotescas, brotaron electrizantes-. De todas formas, no podrá pasar el circulo.
El caballero bajó del jumento y lo despidió con un azote y un ¡Gracias Santiagooooo! Se dirigió hacia el altar, donde seguían riendo y gritando, las temblorosas embrujadas. Paro frente al circulo y saludó.
— ¡Duniania, oesmasafia! En esta luna negra, que cobija nuestros pensamientos y nos invita a meditar, compartiendo nuestros destinos. Esperando que la luna nueva, realice aquello que comienza; tras el espejo del inframundo.
— ¡Ningún problema, la vida es bella! -saludó Asisa, poniendo su mano en el pecho- ¿Sois Jhon, verdad? El de la lapida, en el libro del eco.
 — ¡Así es, Querida, Asisa! Pero mi nombre es Johnhaag,  pero aquí, en estas tierras catalanas, me llaman Joan. Sin embargo, el escultor de la obra, era irlandés de ahí el jhon.
— ¡Entiendo, Joan! -replicó la brujita loca- ¡Entonces! ¿Éstas muerto?...
— ¡Tanto como muerto... No! Digamos que voy de viaje, junto a la eternidad. El viejo barquero, ya expió sus pecados y merece cambiar de espejo. El del amor y la creación de los mundos. Si todo va bien, ira en otra barca; el cometa de las cigüeñas.
— ¿Sabéis Vos, el destino de Fugaz? -susurró haciendo una reverencia, con las dos manos en el corazón.
— ¡No puedo decirte, lo que quieres oír, Estrellita! Fugaz, tiene su destino y paralelo al mio. Mi lengua, no puede decir más, pero mis oídos, pueden escucharte y en los silencios, encontraras algunas respuestas.
— ¡Quedan natillas de caramelo! -canturreó la brujita loca, con nervios- ¡Y las manzanas de chocolate..! Sentémonos al fuego Joan. Abramos el circulo brujitas...
Los tres días y medio de luna negra, pasaron fugazmente. El cometa de las cigüeñas, ya se veía en el horizonte. Estrellita, barría los cuatro caminos de nuevo con lágrimas perladas. Aurora, ya había dispuesto el altar, con sus cinco platos y Asisa, bueno... Ella estaba hechizada por el barquero.
El caldero, parecía una locomotora. Las ave nocturnas ululaban al viento. Johnhaag el barquero, hizo llorar el Shofar... ¡Ievavá! ¡Ievavá! ¡Ievaváááá! Las brujitas, danzaban en circulo. Desnudas, con todo su cuerpo tatuado con genna.
   Estrellita, portaba el símbolo de la tierra en su espalda. Sus ojos azules, resaltaban en su verdor.

Asisa, portadora de fuego. Mujer salvaje y
caliente, renacida con el viento.
Aurora, fuente de vida. Torrente purificador eterno.

Y el Aire, que todo lo arrastra. Representado por Johnhaag el barquero. Los elementos fusionados, bajo la luna nueva. Tras el canto del Shofar, el silencio de los espejos... Empezaron a brillar.
— ¡Por todas las ratas muertas! Parece que me miró un tuerto ¡No encuentro la llave, del espejo de la creación! -refunfuñó Aurora.
— No te preocupes, el espejo del amor. No necesita llave -insinuó el barquero, mirando la brujita morena. Dame la llave del inframundo, yo la cerraré esta vez por dentro.
Asisa, voló en su escoba como una exhalación y cogió la llave. Había decidido, seguir los impulsos del amor. Hasta el mismo infierno, si fuera menester.
La tierra tembló y junto al altar, brotó la tumba de  Johnhaag, entre las entrañas; como un Icebert. Un Humos, espeso y purulento, emanó del sepulcro. Alzaron la varitas y sonó tenebroso el shofar. Las notas atravesaron los espejos y las almas en pena; como ratas tras Hamelín, fueron tras él.
El viejo barquero, llego sólo. Arrojó las almas, a los confines y siguió el canto de las cigüeñas. La nueva pareja de barqueros, cerró el portal y todo quedo en silencio.
El más triste de los silencios ¡La desesperanza! Madre e hija, montaron en sus escobas y regresaron a la cabaña. La luna creciente, brotaba de las sombras y un sonido agudo, rompió la velocidad del silencio ¡Ievaváááá! ¡Ievaváááá! ¡Ievaváááá!
 — ¿Qué raro suena ese Shofar?
 — ¡No es el Shofar, Madre! ¡Es Fugaz, mi bebé azul!
Las dos encapuchadas, llegaron a la caballa, mientras las hogueras de ramas de serbal, flameaban en el horizonte
Y mientras tanto, allí estaba Oscuridad... Clara, era su nombre terrenal; su pobre madre, quiso equilibrar las sombras negras de su corazón, dando luz con ese nombre.
      Y clara en palabras lo era, pero con su lengua viperina y mezquina: Era capaz de cualquier cosa, hasta de matar a su propio hijo en su vientre, por egoísmo. Sibilina, macabra y presuntuosa. Más mortal, que la bella muerte. Sus conjuros y maldiciones, harían arder la catedral del mar. Quería matar a toda costa a Fugaz, la bebé azul.
Llego con paso sombrío, dejando huellas de muerte, ese atardecer de fuego. Vestía como una abuela, con su paraguas volador y su paso mortecino; pero su semblante y verborrea, engañaban al más sabio u loco.
El olor de las fogatas, se mezclaba con los copos de algodón. Y como nubes terrestres, abrazaban el camino de cenizas. A cada paso, tras ir recogiendo los copos blancos. Introducía una chispa negra, de fuego en su interior y la hacía volar hasta sus destinos.
       Por la chimenea de las embrujadas, empezaron a caer los fuegos fatuos de Clara, con toda su oscuridad flameante. Ellas, abrazadas a Fugaz, lloraron de alegría. Pero la bebe azul, lloraba de pena, el más triste de los llantos: El de la muerte de una madre.
 — ¡Vamos a la iglesia del mar! La bruja Estel, nos reclama -exclamó Estrellita la ciega.
 — ¡Esa bruja, mensajera de los tiempos! Siempre trae mal agüero, esa presuntuosa caracolada. Y por lo que veo, Clara Oscuridad, ha llegado también del cruce de caminos ¡Mira su magia negra, tras esos copos blancos!
 — ¡Oh... Esto es horrible! Viene por Fugaz, marchemos rapidoooo...
  Llegaron a la catedral del mar, aquello era un hervidero de gentes. Danzando alrededor de las fogatas, como poseídos por el fuego; ignorando el desastre.
Entretanto, entraron en la iglesia. El sonido del silencio, les invito a descansar. La brujita loca, dejo la bebé azul a Estrellita, para ir a buscar a la mensajera, Estel. Tras las vidrieras, podía divisar el resplandor de las fogatas, o eso creía ella. Porque realmente, el fuego fatuo de Clara, había echo nido en el ábside de la capilla.
Muy cerca, desde el café del mar, se pudo ver ese resplandor luminoso, que entro por la ventana. Inundando el café, de un humo de mirra, lana y madera santa. Hemis despertó de su viaje y Shiva, se dirigió a la ventana. Por Buda  —exclamó— Parece que el infierno, esta devorando la iglesia...
Shiva, acabó de espabilar a Hemis, de su viaje Astral y le pidió que avisara a los demás. Él, ni corto ni perezoso, salto por la ventana y corrió como un felino, en busca de la catedral del Mar. Fue un impulso instintivo, y a medida avanzaba, iba recordando un viejo sueño.
  Al llegar junto a la catedral, el paisaje era dantesco. El fuego devoraba las piedras del campanario y el humo, como una boira infernal impregnaba las callejuelas; con su manto mortecino. La muchedumbre encabritada, como si fuera un Correfoc de Bous Embolats —un corre fuego de toros embolado, con las astas ardiendo. Fiesta típica de catalunya, aunque es una vergüenza para éste pobre narrador.
Corrían pues, en estampida hacía el mar, al contrario de Shiva, que tenía que navegar contra la plebe de esa marea semi-humana. Mientras, su mente seguía recibiendo retazos del sueño.
Al llegar cerca del portal, observó entre la niebla negra, una silueta que parecía de mujer. Portaba una enorme capa; recubierta de caracolas marinas. La mujer, iba derecha a la boca del lobo de fuego y Shiva grito a todo pulmón ¡Señoraaaa!
Ella, se detuvo y clavo sus ojazos indígenas y salvajes en él... Shiva, se sintió algo intimidado, pero no dejo de correr hacía ella; como atraído por un imán. Al acercarse pudo ver la enorme capa negra, recubierta toda ella por caracolas diversas. Pensó que aquella mujer, no estaba en sus cabales y con su sonrisa bondadosa, le tendió la mano.
Ella, volteó la capa en torno de ambos y le objetó. Pensé que no llegarías nunca Shidharta ¡Pero... Vamos! Tenemos que salvar a la niñita y necesito de tu ayuda.
Shiva, como buen budista. No dijo lo que su boca quería preguntar, ni vio el infierno de llamas; que reflejaban aquellos ojos vivarachos. Entonces, Shiva le susurró al oído, cobijándose dentro del armazón marino ¿Eres real o estoy soñando despierto?
— ¡Ahora no es tiempo de preguntas! Es hora de actuar. Las respuestas vendrán solas en el futuro.
La verdad es que Shiva, había vivido esa escena en sueños y esa mujer, aparecía en su visión como una estrella fugaz, resurgiendo de las aguas pantanosas, cual flor de loto; conduciéndole al infierno. Él, analizando ingenuamente su sueño, pensó que era la mensajera de la bella muerte. Sí, era mensajera, pero no de la muerte como Assis, era una viajera que a través de los tiempos, portaba su Luz clarividente.
Shiva la observó desconcertado y pudo ratificar que era la mujer, con la que había soñado. Dentro de la gran capa, se veía como si fuera luna llena: En aquella tarde soleada de fuego, del trece de febrero, de mil ochocientos treinta y siete. De triste memoria para las letras; por la muerte, de un escribidor de las sombras, Fígaro; alías Larra o al revés
Ella, lo miró con aquello ojazos achinados, que hablaban sin pestañear y su sonrisa aniñada, brillaba con picardía; como una hembra en celo. Entonces, Shiva escuchó dentro de su cabeza, la voz melodiosa de aquella mujer radiante.
No puede ser, se dijo a si mismo ¿Me esta hablando o estoy delirando? No seas ingenuo Peñi —hermano en Mapuche—. Pues claro que te hablo, indio de la India ¿No querrás que abra la boca, para que se llene de humo…?
  Aquella mujer de luto riguroso, representaba con su capa caracolada: El duelo por los pueblos oprimidos, bajo el yugo del viejo mundo. Se hacía llamar, Estel -cometa en catalán- y su atracción lunar reflejaba un Ser sin fondo, llena de matices. Ella, solía decir que era una ciénaga de sabiduría, que poseía todos los símbolos de los Dioses, de todas las etnias Mapuches: Abipones, Guaraníes, Mocovíes, Pilagás, wichis y un largo etc de tribus que se pierden en la memoria.
La raza Mapuche, cree en la unión del mundo espiritual con el mundo real, como los Celtas. Su culto a los espíritus de la natura —Ngen— y la relación del pueblo Mapuche con la Madre Tierra —Ñuke Mapu— era su base principal, antes de la influencia cristiana. Son gente de la tierra, como indica su nombre.
Estel la cometa, como mensajera de los tiempos. Poseía los tesoros desde el alba de la humanidad y del por venir. Es hembra matriz, de todos los seres puros y como un corazón plateado, brilla en las sombras. Y en esas tinieblas, donde los seres malignos, como Clara, con su Oscuridad; acechan tras las chispas de la conciencia humana y de esa locura, de algunos privilegiados. De la soledad caliente, del delirio frío y ese silencio lacerante, que se llama poesía o desvarío.
Había aprendido que para Ser ella misma, tenía que ir ahí donde no estaba. Después de tantos siglos de existencia, había caído cada vez más hondo. Se encontró, cayendo en la nada, hacía ningún lugar. Pero al final Estel ¡La Oscura! Como así la llamaba Clara, su hermana. Dejó de serlo y sus labios pequeños pero carnosos, contenían la sed de este mundo.
Su Luz interior, era ardiente de reflejo helado, no era creadora de vida. Sino, alumbradora de almas perdidas. Quien recibía su resplandor, conocía aquello que Es... Y entorno a su claridad, el santo era santo, el loco es loco -Bufali Foll (árabe, ingles)- y el ángel podría ser un demonio.
— ¡Arreando, Shiddhartha! Tenemos que cruzar el portal y dirigirnos a la cripta ¿Es que no oyes el llanto de la niñita? ¡Por el Jesús de las palomas! Que sordos sois los hombres, en la oscuridad.

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